Pescando a río revuelto en la “Marcha por la Dignidad y la Vida”

El domingo 2 de agosto partió de Tundayme, la Marcha por la Dignidad y la Vida convocada por el Prefecto de Zamora Chinchipe, Salvador Quishpe. Asistieron aproximadamente 200 personas guiadas por una caravana de más o menos 50 carros. Se detuvieron en la comunidad de San Marcos para realizar una ceremonia a orillas del Río Quimi y agradecer a la madre tierra por sus bendiciones, además de prometer defender el agua y la vida de las empresas mineras transnacionales en sus territorios. Al parecer la minería es aceptable únicamente cuando es artesanal y clandestina.

Los caminantes llegaron a Loja el lunes por la tarde y ahí recibieron apoyo de la Vice Prefecta Nivea Vélez. Estiman llegar a Cuenca este miércoles donde también recibirán una palmadita en la espalda del Prefecto del Azuay, Paul Carrasco. El sábado estiman llegar a Ambato y el domingo pasarán por Latacunga donde harán una “Proclamación del Levantamiento” para entrar triunfantes a Quito el lunes 10 de agosto, feriado nacional. Digo triunfantes, porque en la imaginación de los dirigentes será una marcha masiva que ingrese a Quito a doblegar a la tiranía del gobierno de la Revolución Ciudadana. De no tener una respuesta positiva, amenazan con “incendiar Roma”, pues se instalaría un poder constituyente paralelo a la Asamblea Nacional, cuya finalidad sería desconocer la Constitución de 2008 y convocar una Asamblea Constituyente que sirva de instancia transitoria antes de la convocatoria a elecciones anticipadas. Todo esto “sin hacerle el juego a la derecha”, tema espinoso que ya le ha costado un jalón de orejas a la Coordinadora Nacional de Pachakutik, Fanny Campos, por parte de la cúpula de la CONAIE. Campos habría mantenido varias reuniones con el banquero-candidato, Guillermo Lasso, a fin de establecer acuerdos para promover una consulta popular. El error no fue reunirse, el error fue hacerlo públicamente. No es bien visto.

Esto, sumado a la imposición de que las autoridades de elección popular de Pachakutik participen obligatoriamente en el Paro Nacional, ha generado fraccionamientos internos en la CONAIE que amenazan con debilitar a la organización indígena más importante del país en su marcha hacia Quito. Es claro que la dirigencia aún no mide las implicaciones electorales a largo plazo, pues está en juego la inscripción de Pachakutik como partido en el Consejo Nacional Electoral y la debida recolección de firmas. Sin embargo, más importante ha sido caminar a Quito y mostrar el supuesto músculo organizativo.

Los idearios de la movilización no sólo que han sobrestimado la capacidad de convocatoria de la CONAIE ante sus bases sino también ante la ciudadanía en general. Asumieron, erróneamente, que sus demandas y reivindicaciones eran justas y que además cuajaban con el sentir coyuntural.

Con esta movilización, sin quererlo, la dirigencia indígena ha caído en el mismo juego perverso del chantaje de las organizaciones sindicales de antaño pero también cae torpemente en las manos de la incipiente coalición de la derecha ecuatoriana. Una derecha que ve en el actual proceso de desestabilización una oportunidad para librarse del gobierno de la Revolución Ciudadana de una vez por todas.

La marcha llegará a Quito en un día de importancia cívica y simbólica pues se conmemora el Primer Grito de la Independencia. En ese día coincidentemente, un fragmento de la oposición recalcitrante presentará al gobierno su manifiesto con un pliego de demandas propias recogidas en la Asamblea de Quito. Esta supuesta Asamblea intentará aprovechar el simbolismo del  10 de agosto para reclamar que ésta, y ninguna otra, es la instancia legítima para la ventilación del malestar ciudadano de forma cívica y consecuente con los valores democráticos. Luego, pedirán la eliminación de la constitución, tan democráticos ellos. Sus integrantes son militares gutierristas en servicio pasivo, miembros de la Cámara de Comercio de Quito, políticos profesionales de la organización política ad hoc Compromiso Ecuador (del banquero-candidato Guillermo Lasso) y algunos dirigentes barriales, para que no falte “pueblo”. Pero también contará con académicos en calidad de asesores a fin de cumplir con la función de establecer las líneas argumentales para un golpe de estado y la implantación forzosa de un proceso constituyente. Todo esto, suponen los “notables”, con el “beneplácito” de la ciudadanía que ya no aguanta más la tiranía y el despotismo.

Al fin de cuentas, toda esta movilización busca frenar las enmiendas constitucionales que se deberán debatir en la Asamblea Nacional a finales de este año. La dirigencia indígena tanto como la derecha retardataria han visto en la coyuntura una oportunidad que no pueden dejar pasar. No es casualidad que ambas facciones de oposición lleguen a las mismas conclusiones con los mismos objetivos desestabilizadores.

Sin embargo, queda la impresión de que de fondo existe una pugna de poder entre grupos de interés, que ha impedido la articulación adecuada de una oposición propositiva. Quisieran lograr una “gran coalición” de oposición y no lo logran por múltiples razones. Entre estas, está el peso cada vez más agobiante del ego de algunas de las figuras políticas que no deponen ambiciones personales en pos de una articulación dura. Otra razón fundamental es el racismo y elitismo intrínseco de la oligarquía que a pesar de tener el objetivo común de deshacerse del Correismo, no pueden compaginar está misión con su prejuicio profundo además de la incomprensión ideológica mutua. A falta de liderazgo, las iniciativas de la oposición amenazan con ser distracciones a la gestión gubernamental, más no las instancias disruptivas que pretenden ser. La coalición incipiente de la derecha entrará en una fase de desesperación que obligará a tomar medidas cada vez más agresivas y radicales. A su vez, dirigentes gremiales e indígenas corren el peligro de caer en absoluta irrelevancia política al jugar el juego de todos los bandos, menos el de sus bases.

Por Mateo Izquierdo

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