Si existe una situación común a nivel
mundial en estos meses es el número creciente de demandantes de empleo. Y no es
para menos: la caída de los precios del petróleo ha causado una desaceleración
de las economías emergentes y avanzadas que dependen de la exportación de crudo,
con efectos importantes en materia social.
El debilitamiento de la economía generó
el desempleo de cerca de 200 millones de personas en 2015 en todo el mundo; un
millón más que en 2014. Según la OIT, esa cifra se incrementará en 3,4 millones
de desempleados más hasta 2017.
Sin embargo, y aunque es probable que
las naciones en desarrollo sufran un efecto retardado en el mercado de trabajo
a causa de la adversa situación económica mundial, ya muchos hablan de la
“crisis laboral”. ¿Pero qué se entiende por ello?¿Es que acaso el derecho
laboral no es un derecho humano irrenunciable? ¿Es real aquello de que las
reivindicaciones laborales no han sido tomadas en cuenta? Pregunto esto porque,
para mí, una crisis laboral se refleja en el reconocimiento de la intermediación laboral y la tercerización como una falacia del cumplimiento
de un derecho. Crisis laboral ocurre cuando existe discriminación en el mercado
laboral por discapacidad, por ser joven, por ser mujer. Crisis laboral se palpa
cuando se le niega al trabajador su derecho a contar con la protección de la seguridad
social. Eso es crisis laboral y esa crisis laboral la hemos vivido en el
Ecuador durante décadas.
Recordemos
la crisis ecuatoriana propiciada por el feriado bancario. ¿Qué medidas se
tomaron para proteger el mercado laboral? Se incorporó la contratación por
horas, se adoptó la terminación de un contrato sin necesidad de indemnización,
se fijaron techos en las utilidades, se regularon las huelgas. Eso es lo que se
llamaría crisis laboral. Empero, hoy un frente de trabajadores prefiere hacer
eco en su discurso de esta palabra “crisis” profundizando el caos social y
alimentando un clima de hostilidad.
Si lo que
vivimos actualmente es crisis laboral, según afirma ese frente de trabajadores,
entonces ¿qué fue lo que vivimos en 1984 y 1990 con la flexibilización laboral?
¿Acaso la expedición de la Ley
de Régimen de Maquila y de Contratación Laboral a tiempo parcial no precarizaba
el trabajo? ¿Cuándo se garantizó el trabajo para los grupos que históricamente
han sido discriminados?
Ejemplos
sobre cómo funcionaba el mercado laboral antes de la constitución de 2008 nos
remiten a la precarización
de las relaciones individuales y colectivas de trabajo. Nos recuerda a una doctrina
neoliberal que funcionaba en favor de los grupos de poder, de los empresarios,
que se ejecutaba en todos los ámbitos de la convivencia social bajo la premisa
de la supremacía del capital sobre el ser humano. Ahora estamos ante una nueva defensa
de los intereses privados que intentan recuperar el poder, con la diferencia de
que hoy esa defensa cuenta con la complicidad de organizaciones de trabajadores
que están claramente manipulados.
Durante décadas, las demandas laborales fueron olvidadas por los gobiernos
de turno sacrificando a
la clase trabajadora y profundizando la iniquidad en la distribución primaria
del ingreso. Esa es la crisis laboral que heredó un país desigual.
Hoy ciertos sectores de trabajadores anuncian marchas y
paros nacionales sin antes escuchar las reformas laborales. Han elaborado una
agenda en calles que no defiende la protección del trabajador sino la
permanencia de dirigentes que se oponen a la modernización del sistema laboral
y salarial que durante mucho tiempo no superaba los USD 170.
Los líderes sindicales prefieren aferrarse a una Ley Laboral que data de
1938 y que avala la política neoliberal que, en nombre de la competitividad,
precarizó las relaciones laborales. Hoy se apoderan de otros temas para salir a
las calles, invisibilizando los avances en materia laboral porque su única
bandera de lucha es el cambio de gobierno.
Puede que las reformas planteadas sean o no las correctas, o que tengan
o no el efecto esperado. No obstante, todo se reduce a intentar hacer algo y
reaccionar, o no hacer nada y dejar que el impacto causado por la crisis
mundial nos apabulle mientras cruzamos los brazos. Todo se reduce a entender
que en un año como este, el trabajo conjunto entre empresarios, trabajadores y
Estado debe estar por encima de cualquier interés particular.
La gran brecha aún clasista nos ha llevado a defender posturas egoístas
que deberían superarse. Las condiciones laborales deben ser prioridad en la
agenda pero los postulados que cada sector defiende también deben ser flexibles.
No podemos vivir ajenos a una realidad que supondrá el crecimiento del
subempleo.
Si bien el marco de las
manifestaciones es el reconocimiento a la lucha de los trabajadores y a las
conquistas laborales obtenidas, su intento por generar un acumulado de
conflictos se evidencia en la falta de propuestas y de concientización sobre la
realidad nacional. No podemos permitir que la palabra “crisis” se convierta en
la muletilla que lo cuestiona todo y en el obstáculo que impida cualquier
intento por salir de ella.
María Augusta Espín
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4 comentarios
Write comentariosEntonces que con los paises que no tienen petroleo de ellos no se escuchan tantas quejas sera entonces que esos mandantes si saben como dirigir una economia asta donde yo se son pocos los que contamos con este mineral que nos ase tan inutiles
ReplySí, ellos si saben dirigir sus países de verdad buscando puertas nuevas y tratados buenos, hacer alianzas con otros países y no meterse más en el hueco buscando ser amigos de los relegados y enemigos del mundo, de los terroristas, de los subversivos, de los narcos, etc. Para el país, incluso ni nuestra educación funciona bien: "ASTA" Es ….EL CUERNO DE UN ANIMAL, con todo respeto de te mereces. Pero….puede mejorarla, no se preocupe, si la Sra. Rivadeneira presidenta de la asamblea pudo falsificar su titulo y de la noche a la mañana obtuvo uno universitario todo el mundo puede… que viva la revolución.
ReplyASE tampoco se dice. H a c e, es lo correcto
ReplyASE tampoco se dice. H a c e, es lo correcto
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