En medio de la
efervescencia electoral se hacen visibles los pronunciamientos ideológicos que
pretenden delimitar o definir las estrategias
políticas de uno u otro candidato. En Ecuador el balotaje o segunda vuelta electoral ha sido determinante para evaluar las diversas posturas de los
actores políticos que han hecho públicos sus acuerdos o desacuerdos partidistas.
El tono principal de la
primera vuelta electoral, entre los actores con mayor incidencia política, fue
establecer diferencias entre los puntos de vista de los candidatos de derecha
(Partido Social Cristiano-Creando Oportunidades-Suma), reafirmar el surgimiento
de una nueva izquierda a través de un Acuerdo Nacional por el Cambio (Izquierda
Democrática-Pachakutik-Unidad Popular) y profundizar el proceso oficialista
denominado Socialismo del Siglo XXI (Alianza PAIS). Esto quedó demostrado en
las diversas opiniones que se generaron entre Cynthia Viteri (PSC) y Guillermo
Lasso (CREO), por ejemplo; o entre Paco Moncayo (ID) y Lenín Moreno (AP).
Aunque en esta arena de
juego muchos protagonistas hablaron de no
radicalizar una ideología política, la campaña electoral en Ecuador ha
tenido una clara división entre los
postulados socialistas de características centro izquierda, y una derecha
neoliberal que tiende a convertirse en un neoconservadurismo extremo. Para
explicar el comportamiento de los actores políticos en el actual entorno
electoral se puede utilizar la teoría de
juegos que advierte que, como en todo juego, las decisiones que tome cada
jugador deberán responder a incentivos, recompensas, reglas y penalizaciones.
¿Por qué las decisiones entre partidos y
organizaciones políticas son determinantes en el juego electoral?
En primer lugar, cuando
una agrupación política toma partido a favor de uno u otro candidato, sostiene
su posibilidad de supervivencia y
protagonismo en los siguientes años de gobierno, de ahí que la decisión que
recae sobre un actor específico siempre estará vinculada a un beneficio particular.
En segundo lugar, la toma de posición
–que en nuestro caso se debate entre la izquierda socialista y la extrema
derecha– será determinante en cuando a la coherencia
ideológica de cada partido o agrupación política; y en tercer lugar, la influencia que ejerce la política
internacional respecto del manejo geopolítico y económico de ciertos países
del cono Sur, promueve una mayor incidencia del modelo socialista.
Para los partidos y
movimientos políticos, el momento electoral es un termómetro que mide niveles de aceptación popular, así como el
escenario en el que se define su presencia o desaparición de la arena política.
Con la consecución de una década de
triunfos de la Revolución Ciudadana, partidos como el Movimiento Popular
Democrático (MPD), Izquierda Democrática (ID), Partido Renovador Institucional
Acción Nacional (PRIAN), Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), desaparecieron
de la escena política, dando lugar a su reestructuración o reinvención –Unidad Popular
(ex MPD), Fuerza Ecuador (ex PRE), Adelante Ecuatoriano Adelante (ex PRIAN) – razón
por la cual las alianzas políticas se
convierten en recursos de supervivencia que mantienen a ciertos partidos
atados a un respirador artificial que limita sus facultades institucionales,
ideológicas y hasta éticas. De ahí que se entendería por qué actores y
movimientos políticos de izquierda optan por un estrangulamiento ideológico y apoyan a un candidato de la extrema
derecha.
La ideología política es
la que marca el sendero por el cual la política pública desenvuelve su accionar
durante un período de gobierno. Para una tendencia neoliberal por ejemplo, las
prioridades son la defensa del libre
mercado, la disminución del intervencionismo estatal y la libre competencia
que, según sus seguidores, garantiza la riqueza social. En tal sentido, para el neoliberalismo los derechos individuales son fundamentales por sobre los colectivos; de ahí que el Estado
únicamente debe ocuparse de garantizar la propiedad privada, por lo que
critican su influencia en temas de salud, seguridad y educación
servicios que deberían ser manejados por el sector privado.
En el otro extremo la
izquierda política plantea la igualdad
social como prioridad del Estado, de ahí que su mayor inversión está en la
calidad de los servicios sociales –educación, salud, seguridad social– para lo
cual es imprescindible contar con mayor ingreso fiscal derivado de impuestos y
restricciones arancelarias y con un Estado fortalecido tanto en instituciones como en legislación. En este sentido, el socialismo defiende como premisa principal la redistribución de la riqueza a partir de la
acción democrática, hecho que ha tenido un gran impulso desde la
organización y la lucha social.
En estos días mucho se ha
debatido sobre las alianzas políticas que los dos candidatos llevan a cabo para
captar la mayoría de votos el próximo dos de abril. Es claro que no hay una
receta que afirme que los votos de los partidos políticos perdedores puedan ser
endosados a favor de uno u otro candidato. Sin embargo, sí se puede evaluar el origen de las decisiones, el rol que juegan
dentro de la contienda política y sobre todo la posición que tales
agrupaciones irán tomando conforme la sociedad interpela su accionar.
El juego que lleva la
derecha por la recuperación de su espacio de interés no es únicamente un dilema
nacional, ya que vemos cómo ha logrado incidir en la conducta electoral
regional en términos geopolíticos. Ejemplos como Argentina y Brasil dan cuenta
de una organización sistemática guiada por los intereses corporativos de EE.UU que logra encajar en las preferencias de los grupos de poder. Dicha incidencia genera presiones
en todos los ámbitos políticos, especialmente en la organización partidista.
Teniendo claro el panorama
entre estas dos caras de la moneda, nos preguntamos ¿quiénes son los grupos que apoyan la candidatura de Lenín Moreno?
Dada la postura del gobierno en estos diez años, su ideología se apega un poco
más a una tendencia socialista de centro izquierda, por lo tanto lo lógico
sería pensar que los partidos políticos como Unidad Popular, Pachakutik, Izquierda
Democrática, entre otros, se inclinen por esta opción, pero como en el juego del
poder todo se vale, son justamente estas agrupaciones las que apoyan al
candidato de la derecha.
Esto no determina una
falta de apoyo de movimientos organizados de izquierda, por el contrario, la
pérdida de credibilidad sobre estos partidos que ‘ideológicamente’ transitan por la izquierda, pero sus intereses están
guiados por la derecha ha provocado que la sociedad organizada defienda los
logros alcanzados en términos de derechos colectivos e igualdad social. Es por
eso que organizaciones campesinas, microempresarios, pueblos afroecuatorianos,
indígenas, montuvios, obreros, sindicatos, empresarios, comunidades LGBTI,
artistas e intelectuales, entre otros, desaprueban la falta de ética partidista
y promueven apoyos organizados que favorecen al candidato del oficialismo. Esto
queda demostrado en las encuestas que otorgan más de diez puntos de ventaja de
Lenín Moreno sobre Guillermo Lasso.
Este fenómeno da cuenta de
un proceso de madurez política ciudadana,
donde la despartidización de la política
será la tónica en las elecciones del dos de abril próximo. Un ejemplo para los
procesos venideros en América Latina y especialmente un claro ejercicio de
resistencia en el que Ecuador será el gran protagonista.
Por: Victoria Flores
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