El 15 de noviembre es una fecha histórica
en que se conmemora la masacre obrera de 1922. Tradicionalmente ha sido una
fecha que las organizaciones sociales han aprovechado para movilizar a sus
bases y plasmar en el imaginario colectivo ecuatoriano las demandas que han
tenido en cuanto a sus derechos laborales.
Y es que la matanza de obreros en Guayaquil
en 1922 marcó varios hitos que hasta hoy no se procesan por completo. Para
comenzar, fue el momento en que la organización sindical pudo por primera vez
operar de manera orgánica con un proyecto de demandas justas que respondían a
necesidades reales de una incipiente clase obrera. Las condiciones laborales de
aquel entonces eran precarias y la lógica del “empleo” como tal se refería más
a una relación de explotación por parte de los grandes empresarios de la
oligarquía guayaquileña a sus peones. Si bien el país ya se estaba integrando
de lleno a la era industrial por el boom del cacao, las relaciones sociales
seguían mermadas en lógicas feudales del siglo anterior con una estratificación
de clase muy marcada. La guerra civil que vivió el Ecuador desde 1895 hasta
1912 fue realmente una pugna de poder entre oligarquías serranas y costeñas,
entre conservadores y liberales. Muchas de las transformaciones del
“progresismo” de aquel entonces promulgaban en efecto la inclusión, aún muy
limitada, de una ciudadanía a la que lentamente se le fue integrando a las
estructuras institucionales del asunto público y privado. La Constitución Alfarista
estableció la libertad de cultos, derogó la pena de muerte, creó el registro
civil, legalizó el divorcio, y proclamó la igualdad de los ciudadanos ante la
ley. De igual forma, la Ley de Instrucción Pública puso la educación bajo
control del Estado, siendo gratuita y laica.
Es importante recordar que fueron épocas en
las que mucho del pensamiento social y político europeo infiltró el pensamiento
intelectual ecuatoriano. Fue una época en el que surgieron luchadores sociales,
maestros, médicos, periodistas, feministas y activistas de todo corte. Se
debatió por primera vez en el Ecuador el sufragio para las mujeres, haciendo
que Ecuador sea el primer país latinoamericano que establezca este derecho en
1929. Fueron épocas en las que se impusieron grandes transformaciones en los
campos político e ideológico. Se consolidan los derechos de la libertad de
opinión, de conciencia y de expresión
Para 1922, la organización sindical ya
contaba con un bagaje ideológico de izquierda comunista de lucha proletaria. La
Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana, la Confederación Obrera del
Guayas, la Asociación Gremial del Astillero y la Federación de Trabajadores del
Ferrocarril aglomeraba a trabajadores y artesanos que exigían condiciones
justas y un reconocimiento de su aporte a los grandes cambios que vivía el
país.
Varios historiadores y autores han escrito
sobre la matanza de los obreros. Con graves faltas en cuanto a los datos
históricos, ha sido difícil compaginar un hecho tan macabro con el impacto que
este tuvo en los avances en cuanto a los derechos laborales. Las cifras exactas
son desconocidas sobre cuántos muertos hubo aquel día; la cantidad de muertos se
torna en un suceso secundario debido al hecho de que inmediatamente después del
asesinato masivo, la prensa y los grupos de poder de la oligarquía hicieron
todo lo posible por minimizar lo ocurrido. Se defendió el actuar de las Fuerzas
Armadas y sus acciones se justificaron como necesarias a fin de que regresara
la calma a una ciudad que se encontraba paralizada por el caos y el saqueo. Las
actos de violencia quedaron en absoluta impunidad y hasta el día de hoy no ha
habido una disculpa pública por parte del Estado con la familias por las
violaciones de lesa humanidad que se llevaron a cabo ese 15 de noviembre.
Muchos han dicho que los hechos del 15 de noviembre de 1922 marcaron el punto
de quiebre para una sociedad que necesitaba modernizarse a la fuerza. Dos años
después, en 1925, se daría paso a la Revolución Juliana que traería consigo la
proclama de los derechos laborales y fue el primer momento real en que se que
intentó romper con aquella estructura oligárquica-terrateniente.
Al año 2014, el Código Laboral cumple 70
años de vigencia. Muchas transformaciones institucionales se han dado en el
transcurso de esos 70 años y han sido años en que la organización sindical ha
luchado justamente por obtener el reconocimiento merecido. No obstante, me
pregunto ¿cuánto ha cambiado de 1922? Los grandes empresarios de la oligarquía
de hoy detestan tener que pagar un salario digno a sus empleados o tener que
afiliarnos. Cuánto ha cambiado realmente si seguimos en condiciones cuasi
“feudales” en nuestras relaciones laborales. Mucho se ha avanzado ciertamente
con el gobierno de Correa, sin embargo era necesaria una Ley que fulmine a la
actual. Era necesaria una ley que sea genuinamente revolucionaria para las
mujeres; que sea revolucionaria para garantizar todos. Sin embargo, hoy no es
posible una nueva ley porque la obstaculización perniciosa lo ha impedido. Y es
que en 7 años de la Revolución Ciudadana, esta es la ley que mayor complejidad
ha traído consigo puesto que la intransigencia de cierta dirigencia sindical ha
impedido avanzar en este sentido. Siempre la miopía ha impedido pensar en el
largo aliento, en el momento “post-revolución ciudadana”, cuando ya no esté un
gobierno progresista que piense en estas cosas.
Al sindicalismo intransigente le pregunto:
¿para qué tanta obstaculización? El derecho a la protesta es inconsecuente
cuando ya no existe una razón para protestar.
Este aniversario, el presidente Rafael
Correa convocó a una marcha multitudinaria en Guayaquil, en la que se anunció
el contenido de las reformas al Código Laboral. Fue un evento eminentemente
político que tuvo como fin arrebatarle a la dirigencia sindical la importancia
simbólica de aquel día oscuro, pero también de reivindicar los logros del Gobierno
en materia de derechos laborales. Ese día no pasará desapercibido a los anales
de la historia puesto que para avanzar en materia de derechos laborales, el
sindicalismo, el activismo y el progresismo tuvieron que llegar a las esferas
del poder. Hoy, en el lado opuesto de la lucha, los activistas y pensadores que
conforman parte del Gobierno intentaron actuar en representación de aquellos
obreros del 15 de noviembre, en aquellos empleados de las grandes empresas. Y
el sindicalismo retrogrado, que en estos 70 años ha perdido su horizonte, se lo
ha impedido.
Sign up here with your email
ConversionConversion EmoticonEmoticon