Por el Montúfar, si señor

¿Después de tanto, sigue siendo el palo y la piedra el camino?

La educación en Ecuador es sinónimo de cambio. Uno radical se inició hace nueve años, con evaluaciones constantes, reconocimiento a la labor docente, mejor infraestructura. Pero si hay algo que ha marcado a mi generación, la de un par de décadas atrás, y a los educados en colegio públicos, son las historias en torno a bullas, protestas, salidas a lanzar palo y piedra que recordamos con claridad y nos plantean la interrogante que se hace latente con los panas del Montúfar  ¿Es necesario en el Ecuador de hoy salir a tirar piedras? 

En su caso, no es la primera vez en estos nueve años que los lecheros (como se los conoce) salen a las calles por  que se están “afectando” sus derechos, me atrevo a ponerlo en comillas debido a que las razones han sido de lo más variadas y rayan a veces en lo absurdo.

¿Recuerdan  por ejemplo la vez que salieron a protestar  porque mujeres ingresarían a su colegio o cuando la protesta fue porque el bachillerato unificado los perjudicaba? en los años que han transcurrido desde aquello ha quedado demostrado que no se afectó a su educación. Las mujeres no han acabado con el prestigio de ningún colegio y el bachillerato unificado ha contribuido a la formación de los estudiantes. Lo que nos lleva a la bronca de hoy. El cambio de 16 profesores y rector, planificado ya por el Ministerio de Educación, ha desatado una ola de violencia que muchos creíamos ya se había superado, y que se muestra como los rezagos del pasado que algún ingenuo quiere “recuperar”. No me sorprendería que tiempo después, como en anteriores situaciones, veamos que todo el relajo fue injustificado e innecesario y la solución poco efectiva para luchar por lo que se cree justo, como lo reconoce la propia Janet Hinostroza, periodista abiertamente de oposición.

Aclaro que defiendo el derecho a luchar por lo que creemos, pero lo defiendo con las ganas de que esa protesta sea propuesta, pasemos ya definitivamente la era del garrote y más importante aún, y lo digo esperando generar ese debate que falta entre los propios estudiantes: ¿Por qué no empezamos a plantearnos cuales son en realidad las luchas? ¿Es tan terrible que los “profes” vayan a trabajar a otra institución o debemos verlo como un aporte que hace un colegio de prestigio con otro? ¿Justifica el cambio de docentes la destrucción de calles de la propia institución, pérdida de clases y sobretodo la confirmación de que en sectores tan importantes como la educación sigue siendo la violencia el camino a seguir?

Enserio panas: ¿después de tanto, sigue siendo el palo y la piedra el camino?

Damiana Rueda @damianarueda2