Los colectivos aglomerados en la
Asamblea Popular de Quito han convocado a una nueva ronda de movilizaciones
para el 16 de septiembre a nivel nacional. El presidente de la CONAIE, Jorge
Herrera, ha proclamado que esta movilización será tan o más contundente que las
que se realizaron a mediados de agosto pasado. Organizaciones sindicales,
facciones del movimiento indígena y “pachamamistas fashion” saldrán nuevamente
a manifestarse en contra de las políticas del gobierno, particularmente de las
16 enmiendas a la Constitución que entran a segundo debate en la Asamblea
Nacional a fines del mes de noviembre. Con esta acción, la dirigencia indígena
y sindical nuevamente pretende plasmar en el imaginario público el malestar de
las organizaciones sociales con el gobierno de la Revolución Ciudadana, además
de posicionar algunos temas coyunturales como son la educación intercultural
bilingüe; el libre acceso a la Universidad; el deseo de no registrar sus
organizaciones en una base de datos nacional; el deseo de no perder espacios
comunitarios de control como son las juntas de regantes; y la redistribución
(confiscatoria) de la tierra.
Ante toda la alharaca que ha hecho la
dirigencia a propósito de sus reivindicaciones, queda la sensación de que estas
demandas, por justas que ellos crean que sean, son demandas excesivamente
irreales y por ende, insensatas. Ello conduce a pensar y repensar si realmente son
estas las verdaderas motivaciones para la confrontación virulenta que promueve
la dirigencia. Utilizan un discurso desafiante, como si estuvieran preparándose
para una guerra campal: “seguimos en pie de lucha”, “resistencia o la muerte”,
proclamas que acaban siendo enunciados incomprensibles para el ciudadano común que
preferiría no tener que ver cómo hermanos ecuatorianos se acribillan mutuamente
y sin sentido en las calles de Quito o de otras localidades. Esto de la
“resistencia” ha sido el pretexto para que la dirigencia movilice mujeres,
niños y jóvenes campesinos contra fuerzas del orden que, al margen del
alarmismo acerca de la supuesta represión, han estado cumpliendo su trabajo de
guardar el orden público, garantizar el derecho a la libre movilidad y velar
por la seguridad ciudadana. Sí, esa ciudadanía que por diferencia o
indiferencia no ha participado en las movilizaciones y no comparte la miope cosmovisión
de la dirigencia.
Herrera, en rueda de prensa del 27 de
agosto, manifestó que el último paro nacional y levantamiento fueron un
“éxito”. Sin embargo, nadie sabe aún cuáles
fueron los objetivos finales de aquellas movilizaciones y, en consecuencia, es
imposible medir cuán “exitosa” pudo haber sido. En la realidad, y pasando las
cosas a limpio, nos encontraremos con que un grupo de manifestantes vinieron y se
fueron sin haber logrado adhesiones ciudadanas orgánicas o que el gobierno ceda
un milímetro.
Al consultarle a Herrera sobre las
motivaciones para la movilización, dijo que llevaban adelante la medida de
hecho para “presionar al presidente Rafael Correa para que desista de las
reformas constitucionales”. También declaró que los manifestantes detenidos
eran “presos políticos del régimen autoritario y dictatorial de Correa”. Es lamentablemente
el nivel de exageración y el lenguaje exacerbado que utiliza la dirigencia,
pero más lamentable aún es que tengan eco en una prensa privada absolutamente
obsecuente y castrada en su criticidad, que esquiva la responsabilidad de hacer
un análisis objetivo de los hechos y en su lugar enfoca su discurso informativo
a minar la imagen del gobierno y apelar a los afectos con un sensacionalismo
insidioso que convierte en trampa cualquier apariencia de persecución o
represión. No obstante, ese sobredimensionamiento sí ha calado en medios y
organizaciones no gubernamentales extranjeros y lejanos a la realidad
ecuatoriana. Si algún logro tuvo la movilización de agosto en Ecuador fue que
medios internacionales como CNN en Español o entidades como Human Rights Watch
tomen nota de los eventos en el país y den la apariencia que el país ha
degenerado en una crisis económica gravísima y en una convulsión social
desbordada. Es decir: una crisis manufacturada.
Ante toda la teatralidad y el melodrama
de la supuesta represión, la ciudadanía sigue todavía sin entender el por qué
de tanta virulencia desde los dirigentes sindicales e indígenas. No dejo de pensar
que las bases indígenas están siendo utilizadas para fines mezquinos y
cortoplacistas de algunos de sus dirigentes en la búsqueda de un protagonismo
político que les garantice supervivencia, ante la inminente transformación del
escenario político del año venidero. Año que por cierto, se perfila como de
plena confrontación y campaña electoral salvaje. Sin embargo, antes de entrar
en ese baile, estos actores políticos de la dirigencia necesitan desmarcarse de
sus patrocinadores principales: los grupos oligárquicos de derecha que tras
bastidores han financiado alguna parte de la movilización; y a la vez,
requieren mostrarse como una alternativa frente al modelo actual, pues bajo su
cálculo, es el que estaría en declive y posiblemente de salida a fines del
2016.
Mucho se ha dicho de la supuesta
intención del gobierno por “dividir” al movimiento indígena, pero ha sido la propia
dirigencia de la ECUARUNARI la que por sí sola, ha causado más daño que
cualquier acción que pudo haber impulsado el gobierno. Igualmente se ha visto
cómo la coordinadora nacional de Pachakutik, Fanny Campos, ha sido marginada y
desautorizada por la CONAIE debido a sus acercamientos con actores de la
derecha más retardataria como son el banquero Lasso y los gutierristas. Seguramente
la cúpula indígena ha tomado nota de todo esto y precisamente por ello, en lo
que quizá es el único gesto verdaderamente orgánico que ha logrado la actual
dirigencia –muchísimo más que el de las mil y un movilizaciones–, la dirigencia
se ha cuidado en estos meses de callar en sus pronunciamientos públicos una
realidad incómoda: queda pendiente la recolección de firmas de adhesión para la
inscripción de Pachakutik como partido ante el Consejo Nacional Electoral. Está
por verse si en efecto, las movilizaciones de agosto y septiembre rendirán
fruto y se traducirán en el re apoderamiento forzoso de Pachakutik por parte de
los máximos representantes de la ECUARUNARI, tema muy espinoso que amenaza con
generar rupturas aún más profundas al interior del movimiento.
Todo esto es simplemente minúsculo
frente al mal sabor que deja el mísero rol funcional que tanto la dirigencia como
las bases sociales están ejerciendo, dentro de un juego político de reparto que
es mucho más grande y que va mucho más allá de lo que ellos mismos imaginan. Fuertes
actores políticos de oposición que en julio protagonizaron una ronda de
manifestaciones al norte de Quito, prefirieron mantenerse –al menos
públicamente– al margen de la movilización indígena, lo que no quiere decir que
no apoyaron con financiamiento y/o logística tras bastidores. De todas formas queda
claro que muchas de las demandas que tiene la dirigencia de las organizaciones
sociales no son del todo compatibles con las exigencias de la derecha. Quizá el
debilitamiento del gobierno es lo único que podrían tener en común ambos bandos
opositores. Es así que, a pesar de no coincidir en ningún otro objetivo, al
menos coinciden en que su enemigo común es Rafael Correa y el modelo de
desarrollo que ha promulgado los últimos 9 años. Será interesante ver a
posteriori si esos dos polos opuestos logran plasmar sus propuestas en una
agenda política concertada y quien sabe,
en una nueva Asamblea Constituyente. Lo dudo.
Frente a todo esto, se supone que los
ciudadanos de Quito debemos sentarnos pasivamente a observar cómo manifestantes
de otras ciudades llegan a El Arbolito, caotizan el tráfico y destruyen el
patrimonio a vista y paciencia de las autoridades municipales. Debemos
sentarnos pacientemente a esperar que una vez que hayan lanzado sus consignas
de lucha y lastimen a un par de policías, regresen pasivamente a sus
localidades para seguir fraguando su campaña de deslegitimación y desgaste del
gobierno. Sí, tan democráticos ellos. Y como si eso no fuera suficiente, se nos
anuncia que el costo de la reparación de los daños al centro histórico de la
ciudad de Quito se incluirá en nuestras planillas de servicios como un impuesto
adicional.
El resultado final nos ratifica que la movilización, la supuesta resistencia (¿a qué? quién sabe) y la ebullición social son insulsas, por no decir absurdas, en un momento tan delicado para el país; nunca conducirán al logro de acuerdos constructivos en pos de la gobernabilidad democrática, sino más bien hacia el debilitamiento institucional de la nación. Y sin embargo, hay todavía dirigentes que pretenden nuestra ovación. ¡Aplausos!
Por Mateo Izquierdo
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10 comentarios
Write comentariosY que estan con miedo? Solo queremos que el inefable cumpla con la constituciòn y ya, es decir que tenga la bondad de largarse en el 2017. Quiere ser candidato para a travez de el poder ganar las elecciones sin ganarlas.
ReplyQué pobre artículo..una vergüenza de análisis, seguramente vive en una realidad paralela donde la dignidad se puede comprar con una sánduche y una cola y donde todos endiosan a un hombre pobre de espíritu quien tuvo la suerte de ser presidente, y pese a tener la oportunidad de realmente hacer un cambio profundo en el país, se dejó llevar por sus ínfulas autoritarias y baños diario de ego. Una lástima!!! me duele mi país y toda esa gente que sigue ciego, repitiendo el mismo discurso burdo gobiernista que va cayendo por su propio peso.
ReplyEse es el asunto tienen miedo de perder el poco poder de acomodados que les queda.
ReplyQue pobre comentario el suyo. El país vive un cambio profundo pero eso les causa choque. Cuál es el cambio que propone.
ReplyNo leo comentarios contundentes!! primero que es obvio que la oposición no tiene argumentos justificados para ejercer su supuesto derecho a la protesta, segundo que son los mismos de siempre queriendo un poco de poder a lo que muchos ya estamos cansados y no damos rienda suelta. Por lo que no me parece algo creible y contundente los arguementos de gente que solo critica la prepotencia cuando hay cosas y niveles mas importantes de critica y aporte.
Replytienen miedo? que se archiven entonces las enmiendas, no ven que el pueblo esta cansado de tanta pobreza, no hay trabajo solo los de AP lo tienen, ajustece el cinturon, basta de tanta burocracia, estamos blancos de tanta droga y de tantos jovenes enfermos por ella y todo esta bien para ustedes?? la delincuencia ni que hablar, como llegamos hasta aqui se preguntan o no
Replyjajajjaja esos que sufren por que la revolucion ciudadana avanza sin miedo a lo que hagan unos cuantos pelagatos.... jajjaja payasos sin cerebro
ReplyCambio de presidente
Replyestos opositores creen que siguen viviendo como antes todo el dinero del pais a los bolsillos de los ratas de siempre ,pero ahora como tienen que pagar sus impuestos por que como mevasores son campeones ya no les gusta,pudranse con su oratoria del siglo pasado ahora vivimos el pueblo con todos nuestros derechos sin mendigar a esos ratas del pasado para que vayan construyendo yna cancha multiple y regalando una pelota contentando con eso como la gran obra de estos hdp
ReplyEL JUEGO DE LA OLIGARQUÍA Y DEL IMPERIALISMO ES DESGASTAR A UN GOBIERNO CONSTITUCIONAL CON ALTA APROBACIÓN DEL PUEBLO Y DE ANALISTAS EXTRANJEROS, COMO UN MODEL A SEGUIR POR OTROS PAÍCES DE LA REGIÓN Y EL MUDO, LOS LACAYOS DEL IMPERIALISMO Y LA OLIGARQUÍA, YA NO TIENEN OPORTUNIDAD DEL PODER FÁCTICO Y TRATAN DE DESPRESTIGIAR A ESTE GOBIERNO REVOLUCIONARIO HECHO PARA EL PUEBLO Y POR EL PUEBLO ????¡¡.
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