Más que cuatro pelagatos

Dicen ser cuatro gatos pero dada la virulencia que muestran, ese número, que podría parecer insignificante, al final resulta engañoso. No son, ni mucho menos 4 gatos falderos e inofensivos. En realidad se trata de cuatro gatos agresivos dispuestos a encajar sus fauces en la víctima. Queda claro entonces que estamos ante iracundos felinos dotados de 30 dientes y 18 filosas uñas cada uno. Haga la suma entonces: en total estamos hablando de 120 dientes afilados y 72 garras en ristre y dispuestas al ataque. 

¿Exagero? No lo creo. Quien se haya tomado el tiempo de leer lo que el portal 4Pelagatos ha publicado desde el 16 de abril pasado, en que ocurrió el devastador terremoto que arrasó a varias ciudades de Manabí y Esmeraldas, hasta el miércoles 26 de abril podrá darme la razón. En ese lapso la página en cuestión sacó un total de 22 artículos. De ellos, 2 fueron de carácter informativo y 2 fueron crónicas: una en la que se retrató cómo se acopian las donaciones mediante la iniciativa privada en Quito y otra en que se nota un claro alineamiento con la labor del alcalde de Quito en esta tragedia, tanto así que Roberto Aguilar y Martín Pallares, articulistas “estrellas” de la página y quienes -se supone- hicieron el reporterismo de ese texto, dijeron de la organización municipal que “funciona como un reloj”.

Los 18 artículos restantes son eminentemente de ataque a la gestión del gobierno y de reprobación directa a la imagen del presidente. ¿Ya está más claro? De 22 artículos, cuatro con enfoque positivo y 18 con clara orientación de ataque a un solo objetivo: el presidente y el gobierno.

A los cuatro pelagatos les calza plenamente aquello de “llorar sobre la leche derramada”: que por qué no se comunicó desde un inicio el tema; que solamente tras un evento trágico como este se espera que haya sensatez en el Gobierno; que por qué no se aceptó la ayuda norteamericana (infundio que fue desmentido por la propia embajada de los Estados Unidos); que la división nacional se acentúa desde el gobierno en medio de la devastación; que todo ha sido desidia y promesas mesiánicas; que nada de tributos y que el gobierno vea cómo hace; que los recursos se los llevará el régimen; que Hurtado, Febres Cordero y Durán Ballén sí supieron administrar crisis; que hay chantaje para presionar por el plan de reconstrucción tras el sismo; que lo que sí hizo Chile y el Ecuador no; que el avión de Correa es más chiquito pero más caro que el Santos; en fin.

En medio de la vorágine informativa que muestra a fallecidos, deudos, sobrevivientes, rescatistas y ciudadanos que, pese al dolor, comienzan a retomar paulatinamente sus actividades apelando a un espíritu heroico, los cuatro pelagatos se han quedado en el llanto, y ni siquiera en el llanto motivado por la tragedia nacional, sino en el “emperrarse” por sus frustraciones tras una máquina y un escritorio.

Tras lo expuesto, lo mínimo de lo que pueden quejarse quienes administran el portal es de una falta de libertad de expresión. Han sido plenamente libres de romper con la elemental noción de equilibrio informativo y de opinión. Y están en su derecho. Si esa es la noción que tienen acerca de cómo hacer periodismo honesto y si creen que con esa práctica están aportando positivamente al país en un momento tan sensible como este, bien por ellos.

Sin embargo, como ciudadano y como lector yo también tengo el derecho, y en plena facultad que me otorga también a mí la libertad de expresión, de señalar que el epígrafe que el portal luce tan presuntuosamente en el encabezado de su página y que reza “POR LA LUCIDEZ, DESOBEDIENCIA, IRONÍA Y OBSTINACIÓN”, bien puede prescindir de los tres sustantivos iniciales y reducirse simplemente a obstinación. 

Por Sergio Freire

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