#SismoEcuador despierta a la comunidad virtual

“Internet es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de
interacción y de organización social” Manuel Castells.


En Ecuador, según datos del INEC, el 79,6% de los ciudadanos que tienen acceso a Internet tienen una cuenta en Twitter, plataforma que sirvió como primera fuente de información después del terremoto de 7,8 en Ecuador que se registró en la noche del sábado 16 de abril. Este día se evidenció la existencia de una comunidad digital en el país que puede generar procesos de organización social y solidaridad colectiva. 

El pasado fin de semana en el cual los hechos demandaron inmediatez de la información, el primer tuit en viralizarse fue el del Instituto Geofísico con la explicación técnica del sismo. Desde ese momento Twitter se convirtió en el espacio de encuentro de una audiencia que buscaba conocer más sobre lo sucedido.

El monopolio de la información masiva ha dejado de ser exclusivo de los medios tradicionales. Las nuevas audiencias pertenecen hoy a Internet y por eso se les conoce como la ‘sociedad red’ que es ese espacio en la web en el cual se expresan los procesos e intereses de una sociedad que ha hecho de la tecnología una herramienta no solo de comunicación sino también de organización. 

Al igual que en otros paises, en Ecuador los tuiteros se activaron en un momento de crisis. Un gran segmento que se vierte a la catalogada sociedad red. “Una sociedad cuya estructura social está construida en torno a redes de información a partir de la tecnología de información microelectrónica estructurada en Internet”, como lo define Manuel Castells. Una visión en la que el uso de las redes sociales se ha convertido en una forma de poder contrahegemónico frente a la comunicación tradicional.

A través de Twitter y Facebook se viralizó todo tipo de información centrada en un solo tema: #SismoEcuador. Las redes sociales abandonaron cualquier otro tópico para concentrarse en este evento de interés nacional. No es la primera vez que las redes sociales se convierten en movilizadoras del sentir ciudadano, como lo fue, la Primavera Árabe, por ejemplo. Pero sí quizá la primera vez que en Ecuador tomaban un papel protagónico de ayuda. Las redes se convirtieron en el espacio de lucha de ese segmento que tiene acceso a ellas para propagar información, para solicitar ayuda, para preguntar, para criticar y para denunciar.

Por un momento pasamos de un mundo dominado por el discurso comunicacional liderado por los grupos comunicacionales a otro en el cual las masas, es decir, los ciudadanos son copartícipes de la difusión y generación de información. Las masas se adueñan de un espacio en el que emisores y receptores son los mismos. Esta interacción social nos llevó a que los ciudadanos se unieran a nobles causas informativas como difundir información de los desaparecidos durante el terremoto usando un hashtag que unificara estos requerimientos como fue: #DesaparecidosEC que luego evolucionó a #EncontradosEc.


Las redes no son el futuro, son el presente de una sociedad que se mueve alrededor de un tuit para encontrar puntos de donación, de ayuda humanitaria, para conocer el estado de las vías de las zonas afectadas, para informarse sobre los requisitos para ser voluntario, o simplemente para dar un un retuit a una imagen que dice: “Infórmate de fuentes oficiales”.

Tampoco han faltado quienes, aprovechando el gran potencial de las redes y la creciente afluencia de una audiencia ávida por saber de los hechos, han empleado sus cuentas para politizar la gestión de ayuda humanitaria o para criticar las formas de respuesta. Una herramienta que nos muestra la dualidad de una sociedad que es empática con los acontecimientos y una que desde la comodidad de su casa no hace más que criticar. Sin embargo este campo en la red siempre tiende a autoregularse rechazando o ignorando este tipo de actitudes para continuar con este activismo virtual.

Las redes sociales son pozos profundos de información que si bien democratizan el acceso a la misma y pluraliza las fuentes, también nos adentra en una forma privilegiada de acción. El terremoto en Ecuador, sus réplicas y las incontables imágenes de dolor que circulan en ella, crean un microespacio en la red que viraliza fuerza pero también dolor.

Las redes no solo han fortalecido un estado anímico colectivo de empatía sino que además han impulsado la noción cívica de un país que se reconstruye con manos solidarias nacionales y extranjeras. Porque además, para ello también sirven las redes, para convocar la ayuda de una comunidad internacional que no se cruzó de brazos ante el desastre natural que al momento ha dejado cientos de damnificados.

La transmisión instantánea de ideas en Twitter lleva a la volatilidad de los mensajes, pero toda una comunidad tuiteando al unísono de la solidaridad tiene un poder más grande. Los medios tradicionales no influyen en los medios digitales, sino que la inmediatez de las redes se ha convertido en la vía directa de una parte de la información oficial y en cierta medida, en la fuente misma de la prensa, la radio y la televisión.

Este es el momento claro de una relación gobierno – ciudadano que se entreteje en las redes sociales y que requiere una reflexión sobre lo que implica la construcción de un discurso fuera del apego a las versiones oficiales. Si bien la pluralidad informativa en las redes, en esta coyuntura, ha debilitado la intermediación convencional de los medios de comunicación como mecanismos de información, es necesario entender que la multiplicidad de opiniones y la generación de información deben estar ligadas a nuestra base social que es el Estado.

María Augusta Espín

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