Confieso que he pasado gran parte de la última hora pensando
sobre qué escribiría en este pequeño artículo.
Solo me dieron el encargo de que escriba sobre la democracia. ¡Difícil
tarea! Usualmente cuando me siento a escribir, las ideas salen solas; sin
embargo, hoy no ha sido el caso. Espero me sepan disculpar si no soy del todo
claro, formo parte de una generación que ha vivido el país como una imposición
difícil, odiosa, pero al mismo tiempo querida y cariñosa.
Mis padres fueron los primeros de su familia en salir de Ambato
para cumplir el sueño de darme a mí y a mis hermanos los beneficios de la
educación en la “gran ciudad”. Crecí en
Quito durante el boom petrolero. De
la nada grandes edificios empezaron a salir casi como de milagro y todos
empezamos a vivir de las dulces mieles del petróleo. También viví las crisis
económicas y tuve a mis hijas a la luz de los tormentosos años 80. Recuerdo una
vez que con ellas pequeñas en la parte trasera del destartalado volskwagen que
manejaba, me pararon dos policías (quizás eran militares) para luego apuntarme
un arma y pedirme (no de manera muy cortés) que me bajara y les enseñara mis
papeles; todo por el “crimen” de portar una chaqueta con motivos militares.
Nunca olvidaré la cara de terror del oficial –se notaba que apenas había salido
de la escuela- que mientras me registraba, evidentemente pedía no encontrar
nada.
Era la época en la que los escuadrones volantes hicieron
desaparecer a varios de una generación (algunos de los cuales todavía se los
sigue buscando), tiempos de miedo, de conversaciones a baja voz. Aún cuando en
Ecuador no se vieron los escenarios de terror que en el resto de América
Latina, a nadie se le ocurría decir que vivíamos en una democracia plena.
En los últimos años ya con mis hijas más grandes, vivimos la
incertidumbre de perder nuestra moneda y todos los ahorros, y tener que
decirles de la noche a la mañana que no podía pagar la pensión de la
universidad, y que aquel carro que habían estado soñando (y yo prometiendo) resultaba
imposible de costear.
Cuando parecía que nos habíamos acostumbrado a la
incertidumbre apareció de la nada un nuevo “salvador”. Predicaba romántico que
traía de vuelta a la Patria. No le creí, lo critiqué, incluso me pareció más o igual
de peligroso que los que lo precedían y no voté por él (mis hijas lo hicieron
convencidas). Pasé los primeros años de su gobierno ensimismado, en mi propio
mundo, hasta aquella vez hace cinco años cuando incrédulo me decían que la
policía se había rebelado y que aquel “fosforito” era ahora presa de unos
cuantos. No me pregunten qué me pasó, hasta ahora no puedo explicarlo, pero
salí con los compañeros de la oficina a defender la democracia. Ya lo sé, suena
cursi, pero lo hice. Salí a defender las oportunidades que los más jóvenes (que
mis hijas) tenían; el acceso a las becas, a la educación; salí a defender la
opción de nunca más tener que decirles a mis hijas que no teníamos más plata
por que unos pocos se habían robado todo, no salí a defender a Correa (aunque
al final de la noche mientras lo veía en la Plaza Grande, hubiera dado mi vida
por la de él) salí a defender un país distinto.
Cada 30 de septiembre me pregunto qué fue lo que me impulsó
hace cinco años y si lo haría de nuevo. Creo que sí.
Con el pasar de los años han habido varias cosas que no me
gustan del Presidente, sigo sin aceptar su personalidad de fosforito por ejemplo, pero sería un ciego si no viera
cuánto ha cambiado el país.
Para mí, democracia es la posibilidad de tener la vida que
quiero, de vivir en una sociedad más o menos igual, donde no me repriman y
tenga libertad de pensar lo que quiera. Para mí, democracia es educación,
trabajo, estabilidad. Para mí,
democracia es lo que vivimos ahora, no es perfecto, nada lo es; sin embargo, la
maravilla de este sistema es que cada 4 años alguno tiene la capacidad de
vender sus ideas al electorado y ver si este le cree y funciona.
José Torres
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1 comentarios:
Write comentariosNo hay ni izquierda ni derecha, es el maestro corporativo al q deseas servir, FMI, China, Apple, Microsoft. #DiosDolar
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