Fue unánime:
los concejales, sin excepción, aceptaron la renuncia de Daniela Chacón a la
primera Vicealcaldía de Quito durante una sesión extraordinaria efectuada el 22
de agosto pasado. Todos esperábamos que de inmediato se procediera a hacer
alguna moción para nombrar su reemplazo, pero eso no ocurrió. Mauricio Rodas
interrumpió de inmediato el procedimiento. “Declaro un receso de 30 minutos”,
dijo. Pasaron más de 45 minutos para que Rodas instalara nuevamente aquella
sesión extraordinaria pero la ciudad entera debió aguardar un segundo receso de
9 minutos y 47 segundos, con todos los concejales sentados en su sitio dentro
de la Sala de Concejo, para que reiniciaran las intervenciones mientras varias
personas se acercaban al alcalde, uno a uno, para murmurarle algo en la oreja.
Algo no cuajaba.
Finalmente se
reinició la sesión y todo comenzó a fluir de manera sorprendentemente ágil.
Carla Cevallos, militante de SUMA hizo una curiosa moción: no propuso el nombre
de alguno de los siete coidearios de su propia bancada y en su lugar planteó el
de Eduardo Del Pozo, único representante de CREO en el Concejo Metropolitano de
Quito, para ocupar la primera Vicealcaldía de Quito. Los concejales de PAIS
habían advertido momentos antes en una rueda de prensa que votarían en contra
de cualquier postulante al cargo, de modo que la pelota quedaba en la cancha de
SUMA y varios ediles “independientes”.
Para no
alargar la historia, la lealtad (no sabemos a qué) se impuso en el grupo de
Rodas y Del Pozo ganó de la forma más ajustada que existe al interior del
Concejo: 11 votos en contra y 11 votos a favor con el voto dirimente del
alcalde. Una elección tan apretada que, no sabemos si fue por un descuido, la
secretaria del Concejo no proclamó los resultados como en rigor se estila en
estos casos, es decir detallando el número de votos a favor y en contra, sino
simplemente anunciando que Del Pozo era el elegido. Los gritos en la sala
conminaron a la funcionaria a informar cabalmente que efectivamente se produjo
un empate y que fue el voto de Rodas el que determinó la decisión final.
Todo lo
descrito podría interpretarse como un episodio común en el ámbito
administrativo que diariamente debe enfrentar un cuerpo colegiado como el
Concejo de Quito. Sin embargo no es posible omitir ciertas particularidades que
se produjeron antes y durante la elección de Del Pozo y que necesariamente nos
remiten al juego político que indudablemente envuelve este evento.
La sensible renuncia
Daniela Chacón mostró siempre un alineamiento intachable hacia
Mauricio Rodas. Se convirtió en su escudera más leal al interior del Concejo y
frente a los medios (muchos de ellos también obsecuentes incondicionales del
alcalde). Es joven, como Rodas; apasionada, mucho más que Rodas, al defender su
postura ideológica; y hasta la fecha siempre coherente, también mucho más que
Rodas, en cuanto a respaldar a su movimiento (SUMA) ante cualquier
circunstancia. El suceso de su renuncia a la primera Vicealcaldía de Quito no
es, ni de lejos, una muestra de incoherencia como podría pensarse.
¿Por qué se va Chacón? Aduce que por diferencias en torno al
proyecto Guayasamín pero no solo eso: ella asegura que el modelo “rodista” se
parece cada vez más al modelo “correísta”. En una carta remitida a la
ciudadanía, Chacón explica que su renuncia obedeció a una decisión de ser
coherente con sus principios y que la administración municipal, específicamente
en el caso Guayasamín, incumplió la promesa de hacer una “nueva política
transparente, responsable y democrática”. Es fácil colegir entonces que lo que
quiere decir Chacón, sin eufemismos, es que Rodas y su equipo están haciendo
exactamente lo contrario, es decir que están en la línea de una política
turbia, irresponsable y antidemocrática. ¿O me equivoco?
Pese a esta declaración de principios y de intentar ser crítica
con sintaxis gramaticales ambiguas, el día que se eligió a Del Pozo como su
sucesor Chacón votó en línea con la bancada que defiende justamente a esa
administración de la que ella mismo dijo está incumpliendo la promesa de hacer
una “nueva política transparente, responsable y democrática”. Este no es un
detalle menor si tomamos en cuenta la muy ajustada elección que devino en la
posesión de Del Pozo como nuevo primer vicealcalde y en la que un voto más en
contra, o al menos una abstención, hubiese puesto en jaque ese desenlace.
Chacón le espetó su renuncia a SUMA (partido que se la aceptó sin
más) e inmediatamente después votó con SUMA para elegir a un militante de CREO
como primer vicealcalde de Quito. ¿Les suena raro? Puede parecer raro pero de
ninguna manera es incoherente. Aquí otro detalle que no puede escapársenos: el
16 de agosto, justamente el día anterior al anuncio público que hizo Chacón de poner
a consideración su cargo como vicealcaldesa de Quito, ella asistió a un mitin
político del banquero Guillermo Lasso (propietario de CREO) invitada por
Fabricio Villamar (adherente de Compromiso Ecuador, también propiedad de
Guillermo Lasso). Ahora ya no es tan raro el escenario, ¿no?
¿“Cabeza de playa” en Quito?
Eduardo Del Pozo es el concejal quiteño que obtuvo la menor
votación en las elecciones de 2014 y fue elegido por un pequeño sector de la
zona rural del Distrito Metropolitano de Quito. Poseedor de muy poco peso
político, la relevancia de su trabajo como edil se ha limitado a intentar
normar a los Food Trucks, establecer una normativa para la tenencia de mascotas
y proponer la reincorporación de aquella estrofa del himno quiteño que hablaba
de la “ciudad española en el Ande”.
Con esas credenciales, ¿era realmente Del Pozo una “carta brava”
para ser electo como primer vicealcalde de Quito? La simple lógica puede
apuntar a que no pero la lógica política plantea otros designios. Siendo un
cuadro tan intrascendente ¿por qué llega a ser el segundo al mando en la
ciudad?
Bueno, irrelevante o no, resulta que Del Pozo es el único
representante del movimiento CREO en el Concejo. Sí, ese movimiento al que
Daniela Chacón (con su presencia en el mitin de Lasso antes descrito) le guiñó
el ojo un día antes de expresar públicamente su renuncia. ¿Cómo es que un
bloque (SUMA), en el que reina la desconfianza interna y que posee cuadros con
legítimas aspiraciones de ser el segundo de Rodas, vota orgánicamente por uno
que no es de los suyos? No podemos señalar que es obvio pero debió existir un
estamento superior que alineó a los concejales, aunque sea a regañadientes, a
votar como votaron.
Es cierto que Del Pozo no es un actor fuerte para CREO y que su
base electoral es ínfima pero eso es lo de menos, más aún si consideramos que
el movimiento de Lasso no tiene gran impacto en la capital. No obstante, el
golpe sicológico-político que implicará el escuchar a Lasso (muy pronto lo
escucharemos) decir que CREO ocupa la vicealcaldía de Quito no es cosa menor. De
hecho será la demostración del banquero de que pisa fuerte en la capital
nacional, con nuevos acuerdos y adherentes, y con una vicealcaldía a su favor y
que a los ojos de algún sector de votantes indecisos puede constituir una
“cabeza de playa” fuerte desde la que se abrirá paso electoralmente, aunque
aquello no tenga relación con la realidad. Ya sabemos que en política juegan de
forma determinante los golpes de efecto.
Rodas espera al siguiente tren
Como si se
tratase de un juego entre peones, Chacón y Del Pozo hicieron lo que tenían que
hacer en función de un plan que los trasciende. Una alianza entre CREO y SUMA
no tendrá impactos electorales relevantes en cuanto a número de adherentes y
Lasso lo sabe. Primero porque el partido de Rodas no posee una plataforma
orgánico-electoral nacional respetable y, segundo, porque en dos años y medio ni
siquiera ha sido capaz de consolidar su débil estructura interna.
Sin embargo,
una alianza entre esas dos tiendas políticas sí puede causar un impacto en
cuanto a imagen a favor de Lasso, quien no ha desaprovechado ninguna
oportunidad para subir al perro y al gato a su camioneta con el afán de mostrar
que son cada vez más los sectores que se unen a él. A Lasso no le queda otra
opción y todo le sirve, máxime si tomamos en cuenta que debe echar mano de todo
su arsenal político en la elección de 2017 porque es su última oportunidad de
postular con opciones reales para ocupar el sillón presidencial de Carondelet.
A diferencia
del banquero, Mauricio Rodas vive una realidad completamente diferente y puede
darse el lujo de esperar al siguiente tren, el del 2021. No obstante, para ello
deberá ganar la reelección a la alcaldía en el 2019 y consolidar su perfil como
un administrador eficiente, meta que -demás está decirlo- luce muy complicada
dados los resultados negativos de su gestión que se reflejan en bajos niveles
de credibilidad y aceptación. En medio de ese escenario no es descabellado
pensar en un acuerdo político a largo plazo y con proyección a cuatro años en
el que CREO pueda convertirse en actor determinante para ayudar a apuntalar ese
objetivo.
¿Conviene a Rodas un acuerdo con Lasso? Depende de lo que hayan acordado. No olvidemos que el alcalde tiene a su favor un aliado poderoso que es el tiempo ¿Conviene a Lasso un acuerdo con Rodas? El banquero ha dado muestra de que para él todo lo que venga le sirve y así ha actuado en consecuencia.
Por Sergio Freire
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1 comentarios:
Write comentariosNo entiendo porque se trata de esconder el fondo de la elección de un don nadie, a la Vicealcaldía de la capital de la república de CREO, la respuesta es clara, ya hay una alianza: ¿y porqué digo esto?, porque conozco, que ya están discutiendo los nombres de las candidaturas en las listas provinciales a la Asamblea.
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