A 2.800 metros sobre el nivel del mar, entre valles y
montañas se encuentra la encantadora ciudad de Quito, una ciudad milenaria, ubicada
en las faldas de los volcanes Ruco y Guagua Pichincha, con mucha riqueza
arquitectónica, geográfica y cultural. Caminar por su centro histórico y
disfrutar de su arte y tradición es revivir y transportarse a épocas pasadas
que sin duda reafirma uno de los lugares más representativos de toda
Latinoamérica.
Este 8 de septiembre la capital ecuatoriana cumplió 38 años
de haber sido declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), organismo que se fundó con el objetivo de contribuir a la paz y a la
seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la cultura y las
comunicaciones. La UNESCO otorgó esta mención en 1978, en donde se reconoció al
Centro Histórico como el menos transformado, mejor preservado y más grande de
la región, convirtiéndose en la primera ciudad del mundo, junto a la polaca
Cracovia, en tener esta distinción.
Sus barrios, calles, plazas, iglesias, monasterios, museos,
capillas, edificios históricos asombran a los visitantes por su expresión
arquitectónica y artística, convirtiendo, efectivamente a la ‘Carita de Dios’,
en un valor universal, con características sobresalientes que potencian el
atractivo turístico y son su principal carta de presentación.
La riqueza natural de Quito fusionado con sus seductores
lugares, así como el calor de su gente, y las políticas de promoción por parte
de autoridades competentes, han logrado que la ciudad reciba más
reconocimientos internacionales. Fue Destino Líder de Sudamérica del 2013 al
2016 otorgado por los World Travel Awards (premios Óscar del Turismo); obtuvo
un reconocimiento de ser una de las diez ciudades que un viajero debería
visitar en 2015 por The Daily Beast; designada ciudad más apasionante de Sudamérica
para descubrir en 2013 por The Global and Mail Magazine, entre otros.
El legado patrimonial y su representación sublime debe ser
fuente de motivación para sentirnos orgullosos de nuestra historia. Quito,
capital latinoamericana, vale la pena ser descubierta porque revela una herencia
y cultura que traspasa la época colonial y se fusiona con la vida moderna.
Por Joaquin Reinoso
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