La
iniciativa Yasuni ITT, planteada por el gobierno desde sus inicios, proponía al
mundo la posibilidad de dejar el petróleo bajo tierra a cambio de que las
naciones de todos los continentes aportaran con el capital que el Estado
ecuatoriano dejaría de percibir por la no explotación de esos recursos.
La
creación de este fondo puso sobre el tapete mundial una discusión y, sobre
todo, el cuestionamiento sobre la responsabilidad que los países que más
contaminan tienen en la protección y conservación de la bio diversidad del
planeta.
Esta
propuesta, innovadora y comprometida con la protección de los recursos
naturales; sin duda utópica, pues somos un país con infinitas necesidades y
fuimos nosotros quienes por primera vez planteamos al mundo dejar de pensar en
el dinero y pensar en la naturaleza y el futuro del planeta. Sin embargo, la
propuesta no tuvo eco, pocos fueron los países que decidieron aportar a ese
fondo y luego de seis años de varios intentos fallidos se tomó finalmente la
decisión de explotar estos recursos.
El
Estado ecuatoriano, pese a los distintos esfuerzos que se han hecho en los
últimos años para alcanzar el cambio de la matriz productiva y dejar de
depender de los recursos del petróleo, aún tiene en éste su principal fuente de
ingresos.
Los
ecuatorianos no podemos olvidar que en estos 8 años, gracias a estos recursos
se ha logrado reducir el índice de pobreza extrema en un 55%, que significa que
más o menos 900.000 personas dejaron esa condición de vida. La importante
inversión social del gobierno en educación, salud y mejora de condiciones de
vida; sin duda son, en mi criterio, el
mejor petróleo invertido desde que este país se convirtió en exportador de
crudo.
Leyendo los indicadores de condiciones de vida de países como Belgica, Suecia y Suiza, es inevitable que se me despierte una sana envidia, pues si el Ecuador estuviera en esas condiciones podría darse el lujo de dejar esos recursos bajo tierra, como fue la intención desde el inicio y sin tener que pedir dinero al resto. Lamentablemente en el mundo real es difícil mantener utopías, con una población que aún enfrenta necesidades y un país que requiere de más inversión para continuar con los proyectos de infraestructura que persiguen un cambio en la matriz productiva y energética. Dejar esos recursos bajo tierra, sería mínimamente irresponsable frente a una población que trabaja a diario por salir adelante buscando dar un mejor futuro para sus hijos.
Frente
a esto, los argumentos que esgrimen organizaciones como Yasunidos, que se
oponen a la explotación del petróleo en los campos del bloque ITT, parecerían
ser elaborados dentro de una burbuja o por personas que no conocen la realidad del país. Argumentar
que los mismos recursos se pueden obtener a través del incremento de impuestos
o reduciendo salarios, no solo es errado sino que terminan por ser argumentos
mentirosos que confunden a la ciudadanía, sobre todo a la población más joven.
Decir
por ejemplo que con los recursos del petróleo no se ha sacado al país de la
pobreza es desconocer los importantes avances palpables y en cifras que han
hecho que el Ecuador haya cambiado de época. Es este país donde se destina el
15% del PIB (Producto Interno Bruto) a la construcción de hospitales, escuelas,
carreteras y atención a discapacitados y adultos mayores, siendo esta la
inversión más alta de América Latina. Es además con estos recursos que se están
construyendo proyectos como las hidroeléctricas que permitirán que avancemos a
un estado post –
extractivista.
La
realidad entonces nos obliga a que orientemos con responsabilidad el discurso
sobre la explotación del ITT. Años atrás se superó el debate entre los
ambientalistas que decían que no hay que explotar los recursos naturales para
obtener dinero. En la actualidad, los debates serios de quienes se preocupan en
verdad por la conservación y preservación de la biodiversidad, se enfocan en
que lo importante es hacer una explotación responsable, cuidando al detalle que
cada uno de los puntos del Plan de Manejo Ambiental sean cumplidos y respetados
a cabalidad.
No
podemos como sociedad caer en la falsa disyuntiva, como lo plantea el grupo Yasunidos,
de colocar a la explotación del petróleo como la destrucción del Parque
Nacional o no explotar nada. Lo responsable es hacerlo bajo la vigilancia
permanente de que se seguirán todos los protocolos y se usará tecnología de
punta para minimizar el impacto y preservar la biodiversidad del Yasuní, sin
afectar en nada a los pueblos no contactados.
No
olvidemos que este pequeño esfuerzo, pues solo está permitido explotar el 1 por
mil de la superficie del parque, lo debemos hacer luego de que la comunidad
internacional falló a la hora de comprometerse para mantener el petróleo bajo
tierra.
Como
lo dijo el Presidente “el factor
fundamental del fracaso es que el mundo es una global hipocresía”, ahora
quienes gobiernan este país tienen la responsabilidad de continuar con los
niveles de inversión para alcanzar el pleno desarrollo de cada uno de los
ecuatorianos. Desde la ciudadanía debemos permanecer vigilantes y activos, no
para boicotear el desarrollo del Ecuador, sí para que los recursos, fruto de
este esfuerzo que ahora hacemos, sigan invirtiéndose en lo prioritario y nos
permita alcanzar el buen vivir para todos y todas.
Claudia Armendariz
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