EL “CONTINENTE DE PLÁSTICO”, UNA TRISTE CREACIÓN HUMANA QUE REQUIERE RESPUESTAS GLOBALES




Uno de los efectos más visibles de la contaminación de los océanos es el denominado “Continente de plástico”, una acumulación gigantesca de residuos plásticos que actualmente cubriría una superficie equivalente a tres veces el tamaño de Francia, que flota entre California y Hawai.

Si no se toman acciones de inmediato que frenen el uso excesivo y el mal manejo de los desechos plásticos, para el 2050 podríamos tener más plástico en los océanos que peces vivos, según estimaciones de Naciones Unidas. Debido al atascamiento, envolvimiento, constricción, ingestión o interacción, el plástico está causando daños y muerte en la vida marina.

Poco nos hemos concientizado sobre el uso inmesurable de plástico, llegando a normalizar su utilización en sus diferentes formas. Se utiliza desde partes en aviones militares y radares hasta en el envasado de alimentos, bebidas y medicinas para nuestra subsistencia diaria. Su practicidad, bajo costo y versatilidad no solo es un signo de su nivel de impregnación en nuestra vida, sino también una evidencia de nuestros fracasos. Su ubicuidad le permite estar donde se lo necesita, pero también aparecer donde no.

Los plásticos sintéticos -que son los que más abundan en el ambiente por su bajo costo de producción- tienen una característica terriblemente dañina para el planeta, están diseñados para durar por mucho tiempo. Además, no existe hasta el momento un organismo en la tierra que haya evolucionado suficiente para digerir estos materiales. Esta característica considerada una ventaja en cuanto a fines industriales se refiere, es desgarradora para el futuro de nuestro planeta y nuestra propia supervivencia.

La cantidad de desperdicios plásticos llega a más de 380 millones de toneladas al año, de los cuales más de 60 fueron generados por China y 38 por EEUU. Del total de desperdicios, alrededor de 99,5 millones de toneladas son generados en zonas costeras, concentrándose principalmente en los océanos.

Si tomamos en cuenta la falta de eficiencia en el reciclaje, el mal manejo de los residuos plásticos y la cantidad de daños que está produciendo al medioambiente por los factores mencionados, así como por la cantidad de desechos plásticos que pasan a procesos de incineración, sin contar su contribución al calentamiento global; este material está alimentando nuestra propia destrucción.

Varias iniciativas han surgido desde la sociedad civil y ONG’s para limpiar los océanos de la contaminación del plástico. Sin embargo, debemos ser conscientes que ante esta situación de magnitudes globales se requieren respuestas también globales. Tarde o temprano todos y todas pagaremos las consecuencias ante la falta de conciencia y, sobre todo, la falta de acción colectiva sin importar en qué lugar del planeta vivamos ni a qué estrato social y económico pertenezcamos.

Las acciones globales son prioritarias desde los organismos multilaterales, para abordar esta crisis ambiental desde una perspectiva integral. Tenemos grandes expectativas sobre la necesidad de un Derecho Internacional sobre el Medio Ambiente que regule a los países que más contaminan en detrimento del futuro de toda la población del planeta.

Desde las Naciones Unidas se han dado pronunciamientos importantes sobre la prioridad estratégica que representa activar eficientemente y a nivel global acciones contra la contaminación del plástico. La Presidenta de la Asamblea General de Naciones Unidas, María Fernanda Espinosa, lidera una campaña para tomar conciencia global sobre el daño que causa la contaminación del plástico. El trabajo de la Presidenta de la Asamblea General tiene como una de sus prioridades, desarrollar e implementar estrategias globales para combatir la contaminación de plástico, con el fin de convocar esfuerzos coordinados de la comunidad internacional para actuar ahora y evitar los escenarios más catastróficos para el medio ambiente y nuestra propia subsistencia como humanidad.

Grandes expectativas se generan en la región latinoamericana y caribeña y en el mundo entero, para que estas acciones colectivas se conviertan en una realidad y sobre todo generen efectos que nos den un aire de esperanza, ante una imagen desoladora de la grave contaminación en el mar que, de seguir desconociéndola o subestimándola, terminará por ahogarnos en medio de nuestra propia basura.

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