La “Otra”casita plurinacional


Por Mateo Izquierdo. 

¿Qué tal si tus padres tuviesen una casa enorme y no quisieran que te enteraras qué existe? ¿Qué pensarías si te ocultaran durante décadas ese secreto? ¿Confiarías en ellos? Permítanme que les cuente una historia, transcurría el año 1989 y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) emergía como la organización social más grande del país, por lo que su dirigencia tomó la decisión de adquirir una casa para convertirla en su sede. Eligieron un inmueble que supera con creces lo que conocemos como una casa común y, más bien, puede considerarse un edificio: tiene tres pisos, 773 metros cuadrados de construcción, está ubicado en la calle Montúfar 630 entre Chile y Espejo, en pleno centro histórico de Quito y, además, es patrimonial.

¿Cómo se adquirió ese inmueble? Eso es algo que no está claro. La Conaie no intervino como parte interesada en la transacción y en su lugar le “dio comprando” Matthias Leohardt Abram, un cooperante alemán cuya experiencia en los ámbitos de la lingüística y la pedagogía sirvió a la organización indígena para desarrollar sus posturas sobre la educación intercultural bilingüe. ¿Cuál fue el valor real del bien? Ese dato también es confuso pues en la escritura de compra venta se levantó como de Cuantía Indeterminada, recurso que permitía “en los papeles” suscribir que el bien se adquiría por el valor fijado en el avalúo municipal y así pagar el mínimo de impuestos. Ese avalúo fue de 16 millones y medio de sucres pero, en realidad, se trataba de un edificio cuyo costo comercial real en aquel momento era 10 veces mayor. No se trata de mera especulación. De hecho, en el año 2002 la dirigencia de ese momento integrada por Leonidas Iza, Tito Puanchir y Salvador Quishpe, hipotecó ese inmueble con una aseguradora para obtener recursos a manera de préstamo, algo que no sería tan grave (la Conaie es una entidad de derecho privado) de no ser por dos elementos: uno, que la confederación indígena adquirió ese edificio dos años antes de que el Estado les entregara en comodato otro, el de la avenida Los Granados, para su sede es decir aceptaron la entrega de un bien público pese a que ya poseían otro bien para los mismos fines; y, dos, que las bases “no han sabido” que desde hace 26 años la Conaie ha tenido un edificio propio, además, de aquel por el que están en pugna con el Gobierno. Sea cual fuere el motivo de la hipoteca y para qué fines se realizó, cabe destacar que en aquella época, la dirigencia indígena se preparaba para apoyar la candidatura del coronel golpista, Lucio Gutiérrez. ¿Con qué fin se sacó la hipoteca y cuál fue el destino de ese dinero? Son interrogantes que surgen de la revelación sobre la casita. Interrogantes que las bases del movimiento indígena deberán exigir a sus dirigentes. 

Se podría pensar que todo lo que he relatado es parte de una estrategia para debilitar al, de por sí, debilitado movimiento indígena, pero no. Esto que les cuento lo denunciaron ante el país dirigentes de base de la propia Conaie como Delia Caguana, quienes han expresado su malestar no sólo por la actitud de la cúpula de la organización que, aupados por políticos como Alberto Acosta y Natasha Rojas (que nada tiene que ver con el sector indígena de base), coquetean descaradamente con sectores que representan a la más recalcitrante derecha financiera del Ecuador; sino además porque sienten que sus propios líderes les han visto la cara de tontos, que actúan a sus espaldas y que forman parte de un círculo apoderado de la organización. La voz de esta nueva dirigencia se hace oír cada vez más fuerte, al contrario de los desgastados dirigentes actuales que ante este caso han optado por esconderse. Este tema de la ‘otra’ casa plurinacional es apenas una señal de algo más fuerte. Dentro de la Conaie están irrumpiendo nuevos liderazgos, a diferencia de los viejos que están atados únicamente a una agenda política obstruccionista, sí están dispuestos a participar de un diálogo nacional con el objetivo de elevar la calidad de vida de las comunidades indígenas en el territorio. Dentro del propio movimiento indígena está emergiendo una voz crítica contra esa dirigencia decadente a la que sienten ya no encarna los principios básicos que dan sentido a su cosmovisión: ama llulla, ama quella, ama sua (no seas mentiroso, no seas vago, no seas ladrón). 



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