Diálogo Presidencial


La noche del domingo 7 de junio, el presidente Rafael Correa participó en una entrevista para hablar sobre varios temas de preocupación nacional. En ese espacio se pudo discutir los detalles de, al menos, tres puntos delicados que en las últimas semanas han causado revuelo y reacciones adversas en ciertos sectores de la sociedad que, sin conocer todos los pormenores de las propuestas, se han sentido directamente afectados. Me refiero a las propuestas de Ley de Herencias, a la Ley a la Plusvalía, y las salvaguardas vigentes.

La entrevista conducida por panelistas procedentes de la academia y expertos en economía, no pudo llegar en mejor momento, pues el descontento respecto de esos tópicos llegaba ya a niveles preocupantes. Una vez más, ha debido ser el propio presidente quien sale a capear un temporal de desinformación y comunicar adecuadamente a la ciudadanía las acciones del gobierno. Los mensajes provenientes de diferentes entidades del Estado, autoridades, la prensa y actores de oposición de diversos colores, han aportado con su granito de arena para hacer de las noticias coyunturales un gran huracán de bulla sin filtro. De igual forma, las redes sociales han servido de plataforma para que cualquier hijo de vecino aporte con opinión y epíteto sin conocer a profundidad lo que está sucediendo y qué se está discutiendo. 

En el vaivén de las preguntas y dudas, el Presidente respondió con mesura y amabilidad ante la posición antagónica de los panelistas. Estos eran Walter Spurrier, destacado analista económico que publica un informe semanal, Víctor Hugo Albán, presidente del Colegio de Economistas de Pichincha, y Fidel Márquez, rector de la Universidad Ecotec. Se vio claramente cómo el Presidente los desarmaba con respuestas simples y claras. Los ilustres terminaban arrinconados y eso dejó mucho qué desear del nivel de discusión. Debe ser muy difícil mantener la confrontación beligerante con el Presidente de la República cuando se tiene pánico escénico y a uno le tiemblan las manos ante las cámaras.

Al fin de cuentas, todos esperábamos que los panelistas entren con furia y cuestionen al Presidente con todas las líneas argumentales que había sacado la prensa y la oposición en días anteriores. Únicamente así obtendríamos las respuestas contundentes que esperábamos del Presidente y que se aclare de una vez por todas estos temas que tanta preocupación han causado a la población en general y a los empresarios en particular. 

El viernes 5 de junio, los representantes del sector productivo del país de las Cámaras de Industrias, de Comercio, de Construcción y de Pesquería de Guayaquil, la Cámara de Industria de Cuenca, la Asociación Ecuatoriana de Plásticos, así como las Federaciones Nacionales de Cámaras de Industrias del Ecuador y de la Pequeña Industria se reunieron en Quito para pedir al presidente Correa que no envíe el proyecto de Ley de Herencias a la Asamblea Nacional. El espanto les había quitado el sueño y hasta los hizo llegar a la capital para mostrar músculo en su unidad y rechazo.

El ambiente volvía a caldearse como ya antes se había caldeado con las salvaguardias. Llegó Correa y aclaró el tema de las salvaguardias: “Hay que utilizar todos los instrumentos para blindar la economía nacional. La medida ha sido un éxito, tanto así que no ha habido impacto en la inflación, pese a la crisis mundial, más bien ha tenido impacto político”. Mudo, Spurrier no tuvo cómo contrarrestar una explicación tan simple. Hay que hacer lo que se pueda para proteger a la economía nacional. ¿Quién en sus cabales podría estar opuesto a semejante fin? 

Respecto a la Ley Orgánica para la Redistribución de la Riqueza o Ley de Herencias, el Primer Mandatario enfatizó que este proyecto no está desarrollado para los pobres, ni para la clase media. En vivo, pidió al Servicio de Rentas Internas que en su portal coloque información para consultar cuánto deberían pagar las personas que reciban una herencia y puedan así despejar toda duda. Fue contundente en aclarar que es la oposición la que está utilizando el terror para confundir a la ciudadanía pues no existe un fin recaudatorio, sino redistributivo en ese tributo, dijo. “Ahora le dicen al panadero, a la costurera que le vamos a quitar su empresa familiar, lo cual es irresponsable, insulta la inteligencia (…) Este impuesto no está diseñado para afectar a los pobres y clase media”, reiteró.

Para sustentar su tesis, Correa explicó que 3 de cada 100.000 ecuatorianos obtuvo una herencia superior a 50.000 dólares y solo 5 de entre los 16 millones de ecuatorianos recibieron una herencia de 1 millón de dólares. Frente a esa realidad, los panelistas quedaron atónitos. Los análisis técnicos desarrollados para el proyecto de ley establecieron tablas, tasas y excepciones que fijan cuánto debe pagar cada quien, y no son del todo exuberantes o excesivas como se nos ha hecho creer desde la oposición y sus cajas de resonancia. Únicamente el 2% de las familias controlan grandes empresas en las que el 100% de las acciones pertenece a una sola familia; la concentración de riqueza, entonces, es evidente. 

La propuesta, que deberá aprobar o rechazar el Parlamento en el plazo de treinta días, determina que las herencias de hasta 35.400 dólares (100 Salarios Básicos Unificados) tendrán un 0% de impuestos; las herencias entre 35.400 a 70.800 (de 100 a 200 SBU), 2.5%; de 70.800 hasta 141.600 (200 a 400 SBU), 7.5%; de 141.600 a 283.200 (400 a 800 SBU), 17.5%; de 283.200 a 566.400 (800 a 1600 SBU), 32.5%; y de 566.400 en adelante, 47.5%, en caso de que los herederos sea directos. El proyecto distingue entre herederos directos e indirectos. Son directos los hijos y los cónyuges. La máxima tasa a cobrar a un heredero indirecto, por ejemplo un sobrino cuyo tío haya fallecido, es de 77.5%.

Correa señaló que uno de los puntos que según él se usan para manipular la propuesta es que no se diferencia que las imposiciones son progresivas y se utilizan las tasas marginales (que alcanza al 47,5% para herederos directos) para confundir a los ciudadanos, cuando lo que en realidad se paga es una tasa promedio, de acuerdo a los montos fijados en la tabla. Asunto aclarado. 

Finalmente, se refirió a la Ley de Plusvalía, que en realidad se denomina Impuesto al Valor Extraordinario, y que busca frenar con la especulación de la tierra. El mandatario informó que este lunes 8 de junio enviaría ese proyecto de ley a la Asamblea Nacional y justificó aquello basado en que muchas personas se enriquecieron gracias a que tuvieron acceso a información privilegiada, adquirieron terrenos en zonas donde se edificaron importantes obras del Gobierno y eso incrementó el valor de sus tierras. “La ilegalidad”, manifestó el jefe de Estado, radica en que luego se venden los terrenos hasta 20 veces más del valor en que fueron comprados. De esta manera, aumenta la inequidad que hay en el país; de allí la necesidad de controlar este tipo de acciones que contribuyen a la injusticia social. Nosotros queremos un país de clase media ¿por qué lo vamos a perjudicar?, dijo.

Víctor Hugo Albán, uno de los panelistas, apoyó lo manifestado por el Presidente y afirmó que un estudio hecho en el sector de la Ruta Viva demostró que antes de la construcción de la vía que conduce al aeropuerto en Tababela, los terrenos aledaños valían 28 dólares el metro cuadrado y que en la actualidad cuestan 600 dólares.

Finalmente, el presidente aseguró que con esta medida ya no habrá incentivo para los especuladores de tierra de ganar dinero de manera ilegítima. Afirmó que gracias a esta regulación, el sector de la construcción de inmuebles también se beneficiará porque los predios ya no subirán, lo que mejorará el crecimiento de este sector. El jefe de Estado agregó que no es ilegítimo que el dueño de un inmueble aumente su costo, siempre que los arreglos sean producto de su propio esfuerzo y señaló que este impuesto no beneficiará al Gobierno central, sino a los municipios que serán los que recibirán estos valores. 

Ante todo esto, quedaron saldadas algunas dudas respecto a las herencias, las salvaguardias y la plusvalía. Sin embargo, me queda una gran duda: ¿Quién vio esta entrevista? ¿Fueron los convencidos que no necesitan convencer? O fueron los que necesitaban escuchar las aclaraciones pero no creerán en Rafael Correa, diga lo que diga. De cualquier forma, me parece importante no permitir que actores de la oposición lancen cualquier tipo de cantaleta so pretexto de su supuesta indignación, cuando el único fin es desinformar y confundir. Eso se llama terrorismo, no tiene otro nombre, y no debe ser tolerado por la ciudadanía que puede tener preocupaciones genuinas que deben ser atendidas con respeto y consecuencia.

Por Mateo Izquierdo
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