LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA FE

Es evidente que la visita del Papa tiene conmocionado a todo el Ecuador. Treinta años han pasado desde la primera vez que el Santo Padre nos visitó, buena parte de ecuatorianos eramos apenas unos niños y según el último censo la mayoría de la población actual no había ni siquiera nacido cuando Juan Pablo II estuvo en Quito y Cuenca.

Muchos son los cambios que el país y la iglesia han atravesado en estas últimas tres décadas. La fé católica tiene ahora como su principal guía a un latinoamericano. Un sacerdote salesiano que cambio la ostentosa cruz y la silla de lujo por su modesta cruz de madera de siempre y una silla sencilla; ambos símbolos, reflejo de la visión que Francisco tiene sobre como debe ser la Iglesia Católica.

El Ecuador también ha cambiado, el Santo Padre arrivará a Quito a un nuevo aropuerto, la única terminal aérea nueva en el continente. Las misas las hará en dos parques emblemáticos de las principales ciudades del país; emblemáticos porque el Bicentenario está cimentado en las instalaciones del antiguo aeropuerto y fue abierto al público pese a los cuestionamientos de algunos que preferían mantenerlo cerrado para que su deterioro llevará al Cabildo a privatizarlo a favor del sector inmobiliario. El Parque Samanes, que representa una revolución en el tratamiento del espacio público y la dotación de espacios verdes, tan carentes desde hace décadas en Guayaquil.

Sin duda alguna, la visita del Papa es un acontecimiento tanto para la ciudadanía católica como para los no creyentes. La llegada de Francisco al país genera una gran expectativa espiritual y humana, que ha volcado a buena parte del Gobierno Nacional y a toda la Nunciatura Apostólica en la organización de este importante evento.

Los dos hitos masivos de la visita del Santo Padre son las misas campales, en las que miles de creyentes esperan participar para recibir las bendiciones y escuchar en vivo la palabra de Francisco. En este sentido, lo ideal, debido a que en el Ecuador la mayoría de la ciudadanía se considera católica, ha sido procurar que estos espacios permitan el mayor número posible de asistentes.

En Quito esto estuvo garantizado desde el inicio por las propicias condiciones que brinda el Parque Bicentenario al permitir albergar con seguridad, comodidad y facilidades logísticas a más de un millón de asistentes.

La situación en Guayaquil fue diferente y autoridades del gobierno nacional tuvieron que intervenir. Las condiciones que el Santuario del Señor de la Divina Misericordia brindaba, no permitía la asistencia de un número importante de fieles. Las evaluaciones hechas por la Secretaria de Riesgos indicaron que de mantenerse el sitio escogido apenas 11.000 personas podrían asistir. Esta noticia preocupó a los guayaquileños y autoridades pues las expectativas de la población ecuatoriana de sur del país son enormes.

Por fortuna la sencillez y la prioridad que el Santo Padre da a sus fieles venció a la rigidez de las estructuras y burocracia episcopal, permitiendo el cambio del lugar de la misa para lograr que un millón y medio de fieles puedan tener su encuentro con el Pastor del pueblo católico.
Esta aceptación por parte de las máximas autoridades de la Iglesia son una muestra más de que los tiempos han cambiado. El tiempo de privilegiar al ser humano y su espiritualidad por sobre las estructuras establecidas y las decisiones tomadas desde arriba ha llegado. Un Papa que declina decisiones a favor del otro, una iglesia que empieza a dejar de creerse por encima de todo y escuchar las voces de sus fieles es el inicio de la democratización de la fé.

Bienvenido Francisco al país más megadiverso del mundo, Ecuador te recibirá con amor y tu visita servirá para que cada uno de los ecuatorianos reflexionemos profundamente sobre la transformación de las nuevas formas de relación entre la iglesia y el ser humano.
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1 comentarios:

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Anónimo
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5 de junio de 2015, 21:30 delete

santo padre???..en que mundo vives?

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