Los agoreros y el dinero electrónico



En mayo de 2012 advirtieron que iríamos camino de la “desbancarización” debido a que se eliminaron los cobros por emisión y renovación de las tarjetas de crédito y por el envío de los estados de cuenta a los domicilios y oficinas de los usuarios. En julio de 2014, cuando entró en vigencia el Código Orgánico Monetario y Financiero, advirtieron que este cuerpo legal ponía en serio riesgo el patrimonio de las entidades bancarias y, por ende, el dinero de los depositantes.

Los jerarcas de la banca se han caracterizado por ser los agoreros del desastre pero eso no quiere decir que acierten con sus oscuras predicciones futuras. Como vemos, ninguno de los dos escenarios profetizados al inicio de este texto ocurrió pero ya es “normal” que recurran a la táctica del miedo cuando las políticas públicas intentan regular el ámbito financiero y de su boca no escucharemos decir otra cosa que “hay un afán de intervencionismo” nocivo para la salud económica del país.  

Sin embargo, es tan predecible su discurso que cuando esas mismas políticas podrían rendirles algún beneficio, así sea mínimo, se convierten inmediatamente de agoreros en entusiastas aplaudidores como cuando en septiembre de 2013 la Junta Bancaria autorizó a los bancos el cobro de una tarifa por entregar beneficios como acumulación de millas, puntos, dinero u otros productos que se generan como resultado de mayor consumo. Entonces el presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE), César Robalino, se refirió a esta medida como “una pequeña acción en la dirección correcta”.

Es decir que para ellos la dirección correcta es aquella que apunta a satisfacer su afán de lucro y si en torno a ese objetivo se logra acarrear a toda la sociedad, mucho mejor. Esta es la visión básica que motiva la posición cambiante de la banca respecto del dinero electrónico.

En 2011 la banca privada intentó convencer al gobierno de aplicar la “novedosa” idea del dinero electrónico. Entonces le apostaban a este sistema como un nuevo esquema de inclusión social que permitiría “bancarizar” a gran número de personas sin que eso implicase crear dinero ni poner en riesgo la dolarización pues su principal cualidad era simplemente transformar dinero físico en electrónico.

Para 2016, el discurso de la banca cambió radicalmente y ahora aquel sistema sobre el que echaba flores se convirtió súbitamente en una innecesaria fuente de incertidumbre, en un esquema que genera dinero paralelo y que atenta contra la dolarización.

Pero ¿qué es lo que motivó este cambio abrupto de criterio? Pues simplemente que ahora el dinero electrónico se aplica desmarcándolo de la “dirección correcta” que ellos siempre han planteado y que está atada indefectiblemente a sus ganancias. Antes, cuando la banca privada creía que podría administrar el sistema y que lo castigaría con tarifas de las que se beneficiaría por su uso era una excelente idea, pero ahora como quien administra el sistema es el Banco Central y se suprimen esos beneficios, el dinero electrónico es lo más cercano a la antesala del infierno.

Al 2016 esa banca y sus fichas políticas se refieren al Banco Central como una institución incompetente que no será capaz de respaldar el 100% del dinero electrónico con dinero físico. Pero, siguiendo la misma lógica, ¿puede la banca privada garantizar en este momento que sus bóvedas albergan el 100% de los depósitos del público en dinero físico?

El tema tiene indudablemente un trasfondo técnico complejo. Si a eso le sumamos una feroz campaña comunicacional lanzada desde los emporios privados de prensa cuyo fin no es el de aportar a la discusión sino el apuntar directamente a desacreditar el sistema mediante la transmisión del miedo, el resultado es la erosión de la confianza.

Sin embargo, un estado social de incertidumbre nunca es permanente y las sociedades se movilizan, a veces sin saberlo, a la par de las tendencias mundiales que marcan y crean nuevas cotidianidades. Hace poco más de 20 años era impensable que los teléfonos fijos entraran en desuso; era inimaginable que para ir al cine o al teatro ya no se deba hacer fila frente a la boletería; era ficción pura el poder comprar un bien en cualquier mercado del mundo desde el computador de la casa; y era absurdo pensar que compras importantes como la adquisición de un auto no se hicieran “billete sobre billete”.

Pese al temor momentáneo, coyuntural e interesado que se intente infundir hay realidades contundentes en las que vivimos día a día aunque no nos demos cuenta o no queramos hacerlo. Los ecuatorianos manejamos dinero electrónico desde hace ya varios años mediante el uso de tarjetas de débito y crédito. Es más, para finales de febrero de 2016 la liquidez total disponible en el Ecuador alcanzó USD 39.970,7 millones y solo el 29% de ellos fueron billetes y monedas. Es decir que el 71% del dinero circulante en el país en ese momento no fueron billetes y monedas sino registros contables (electrónicos).

Es más, en los últimos 16 años el porcentaje de dinero físico en el universo de dinero circulante en el Ecuador siempre ha estado muy por debajo del 100% según cifras del Banco Central.

Como vemos, más allá de los tecnicismos económicos y monetarios estamos ante un escenario eminentemente político en el que se decantará la visión de lucro o de servicio que reviste el uso de esta herramienta financiera. Eso los bancos y sus acólitos lo saben mejor que nadie. Ante ello es imperativo para la sociedad recuperar la memoria histórica y discernir si es bueno dejar jugar a la banca sin árbitro ni control como ocurrió en el 99 y sentarse a rezar en espera de que los resultados sean diferentes a los que sufrimos entonces. ¿Estamos dispuestos a eso?

Por Ernesto Benítez
 
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3 comentarios

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Unknown
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12 de junio de 2016, 5:59 delete

LO QUE QUIEREN LOS BANQUEROS ES SEGUIR ENRIQUECIÉNDOSE YA QUE HASTA PARA ADMINISTRAR NUESTRO DINERO NOS COBRAN COMISIÓN Y TOTALMENTE DE ACUERDO CON QUE EN EL FUTURO NO HABRÁ NECESIDAD DE BANCOS YA QUE TODO SERÁ DINERO ELECTRÓNICO

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12 de junio de 2016, 17:24 delete

Asi tiene qie ser, desde que tengo una cuenta bancaria y desde uso una tarjeta de de debito, no he logrado ningún beneficio mas bien todo lo contrario.

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12 de junio de 2016, 17:24 delete

Asi tiene qie ser, desde que tengo una cuenta bancaria y desde uso una tarjeta de de debito, no he logrado ningún beneficio mas bien todo lo contrario.

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