Empieza la jugada electoral


Lenín Moreno despertó hace un par de meses el miedo desmedido de los actores políticos que llevan un buen tiempo intentando cooptar el panorama nacional para las elecciones presidenciales de 2017. Pero el miedo más fuerte se siente hoy, con la llegada de Moreno al país.

La disputa al interior de la llamada “Unidad” que definió por un lado la candidatura de  Cynthia Viteri  por el Partido Social Cristiano-Madera de Guerrero y por el otro Paúl Carrasco, prefecto del Azuay, quien por cierto ha pedido licencia por más de tres meses que se harán agua al ver perdido su tiempo en una contienda que ya tiene su candidata para representarlos en la carrera electoral. Dos precandidatos que han destinado sus esfuerzos a mermar la imagen de Moreno para subir en las encuestas.

Los cambios de bando han tensionado las relaciones entre los dos frentes de la derecha, La Unidad manejada por Jaime Nebot y Compromiso Ecuador liderado por Guillermo Lasso. Las improvisadas coaliciones empiezan a tambalear en un proceso que debería priorizar cuidar los espacios de poder. Intentan establecer una estrategia para ganar escaños en la Asamblea Nacional pero continúan disputándose el poder Ejecutivo que parece ser una pugna perdida. En esta coyuntura pretenden no ahogarse llevando la atención a un actor político con peso electoral como es Lenín Moreno.

Las declaraciones de prensa de una oposición volcada en campaña resultaron en la protección del candidato no solo a nivel político sino también ciudadano. Mientras esto sucede, el juego electoral se llena de pasquines envenenados en un discurso sin contenido. La demagogia ha tomado el escenario con candidatos que centran el discurso en oposición al más opcionado en una campaña sucia de desprestigio, siendo ésta la muestra clara de una oposición que se siente amenazada.

Moreno por su parte ha jugado bien sus cartas, con sus visitas periódicas al país y su reciente ayuda a los damnificados al terremoto del 16 de abril, pero su llegada y permanencia definitiva al Ecuador será la mayor amenaza y oportunidad para seguir sus pasos en la campaña. Mientras tanto las jugadas se centran en deslegitimar de manera desmedida la figura política de Moreno. La derecha ecuatoriana sigue cometiendo errores al concentrar su estrategia en ataques vanos. Entonces las preguntas sobre su salario o sobre su cargo en Naciones Unidas no tendrán el peso para desmovilizar una campaña que no empieza ahora con la llegada de Moreno, sino que empezó hace meses con el llamado ciudadano por el candidato.

Las últimas declaraciones de Juan Carlos Solines, de CREO, exigiendo un certificado médico a Moreno, es sólo un intento de protagonismo político por crear una debilidad en una discapacidad que nunca ha sido impedimento para gobernar. Centrar la atención en su pedido es estar ciegos ante la falta de propuestas de una visión de país. Ejemplos sobre la participación política en el mundo de personas con discapacidad sobran: Franklin D. Roosevelt (ex presidente de Estados Unidos por más de 12 años), Jairo Raúl Clopatofsky Ghisays  (ex senador colombiano), Marta Gabriela Michetti (vicepresidenta actual de Argentina), Wolfgang Schäuble (Ministro federal de Alemania), y muchos más. ¿Acaso se les pidió un certificado de salud para gobernar?

No dejemos que ésta sea una campaña fuera de lo que necesita saber el país: propuestas y soluciones. Lo demás sobra.

María Augusta Espín



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