El último Objetivo del Milenio

Por Mateo Izquierdo


Cuando el Presidente de la República anunció el recorte de sueldos de los funcionarios pertenecientes al nivel jerárquico superior del sector público, los oscuros profetas del desastre lanzaron sus, para variar, malintencionadas sentencias: que eso denota remuneraciones astronómicas, que se atiende a última hora un programa abandonado, que el gasto social está mal administrado, entre otras cosas. Para desgracia de los agoreros, sus antojadizos pronósticos están, como ya es usual, equivocados.

Resulta que el Ecuador, en los últimos 8 años, ha emprendido una misión por reducir la pobreza, mejorar la calidad de vida de los más vulnerables, mejorar la calidad de la educación y los servicios de salud en todo el ciclo de vida. Por ello, pese a los malos augurios, la noticia de la reducción ha sido bien recibida, pues constituye una señal de que los programas sociales no serán los damnificados del escenario económico que se configura para este 2015 en el mundo, no solo en Ecuador.  Y mientras el debate continúa en medio de la vorágine de los sueldos, el país en general, ha pasado por alto un pequeño detalle: al Ecuador le falta cumplir solamente uno de los ocho Objetivos del Milenio planteados por Naciones Unidas.

Para quienes no lo sepan , la reducción de salarios es un mecanismo mediante el cual se busca, en la superficie, justamente alcanzar hasta este año el cumplimiento de este último Objetivo del Milenio (ODM) pendiente: mejorar la Salud Materna. Digo en la superficie porque hace mucho tiempo el Ecuador había superado el acompañamiento del Sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo de políticas públicas sociales. El mismo Presidente había declarado innumerables veces que los ODM eran una camisa de fuerza que limitaba el accionar del gobierno en materia de inversión social. Pese a ello, el Estado mantiene su intención de cumplir con sus obligaciones internacionales, pero sobretodo con alcanzar el conocido “Buen Vivir”

Es así, que la declaratoria de emergencia para reducir la mortalidad materna en el Ecuador es parte de un programa integral que implica mejora en infraestructura y equipos, una campaña educativa, el desarrollo de una base de datos nacional para optimizar la información estadística relacionada a muertes de madres por falta de servicios y cuidado neonatal, y la contratación de 2187 médicos y especialistas. Justamente para este último rubro se hace una reducción de entre el 10% y el 5% de los salarios de funcionarios del nivel jerárquico superior de diferentes áreas del Estado.
  
El Estado ecuatoriano ha venido implementado desde el 2008 políticas sociales en cumplimiento con las recomendaciones internacionales pero, además, ha implementado las suyas propias. Varios factores propiciaron el superar esa dependencia, entre ellos la orientación de un Plan Nacional del Buen Vivir con su respectiva institucionalidad en el Consejo Sectorial de Desarrollo Social; la profesionalización de una masa crítica de técnicos especializados en el país y el exterior en temas de economía del desarrollo y protección social; y el destino de cuantiosos recursos (como un porcentaje objetivo del Presupuesto General del Estado) hacia la inclusión social y el desarrollo. El Buen Vivir como paradigma y como código de ética se transformó en la guía para el desarrollo de programas, proyectos e iniciativas que en su totalidad únicamente han buscado mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía más vulnerable.

Al llegar al 2015, año en el que los países signatarios debían cumplir los 8 Objetivos del Milenio, el Ecuador ha sido líder en protección social y políticas redistributivas. Esto implica que los niveles de reducción de pobreza que ha tenido el Ecuador no lo han tenido sus países vecinos. Este hecho ha sido reconocido por organismos multilaterales y cooperación. Tanto es así que el Ecuador ha visto una reducción significativa de actores de la Cooperación Internacional para el Desarrollo en el Ecuador, precisamente por ser ahora un país de renta media. Esto, en efecto, sucede cuando los Estados ya cuentan con la suficiente institucionalidad y capacidad técnica para el diseño de políticas públicas que no requieren de aquel permanente acompañamiento al que estábamos acostumbrados.

Ahora, luego de la distracción de los sueldos de los funcionarios de alto nivel, queda por dedicar completa atención a lograr que ninguna mujer embarazada o en periódo de lactancia muera en el Ecuador por falta de servicios o atención. Es una meta humana que supera la tutela de las Naciones Unidas y los indicadores sociales a los que tanto se acude a la hora de evaluar la eficacia de las políticas. A los ciudadanos nos corresponde poner también el hombro y exigir que los servicios mejoren, que las mujeres de escasos recursos se informen y que todos seamos partícipes y beneficiarios de la excelencia en Salud en el Ecuador.

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