En época de vacas flacas te ajustas el cinturón




Los primeros días del 2015 comenzaron con titulares, declaraciones y redes sociales (para variar alteradas), que ponían en el debate el riesgo de las relaciones con Colombia y Perú debido a las salvaguardias cambiarias establecidas en porcentajes de 21% y 7 % para los productos que estos países hermanos le venden al Ecuador.

Semanas más tarde después de varias reuniones a nivel internacional, y como resultado de una lectura más amplia y apropiada, sumada a la negativa de la CAN frente a la aplicación de estas medidas, trajo como resultado un anuncio diferente. El frente económico estableció  salvaguardias arancelarias para los productos y no solo para los dos países hermanos que, por las devaluaciones de sus monedas, tenían precios más bajos de producción y atentaban contra la producción nacional.

Ambos anuncios apuntan a objetivos similares, pero el último representa mayor equidad, además de precautelar las relaciones con nuestros vecinos y nuestra estabilidad en la Comunidad Andina de Naciones, organismo que por décadas (desde 1969) nos ha juntado a los países de la vieja Gran Colombia.

El tema es que conceptos como: la balanza de pagos, sobretasas, partidas arancelarias y otros, pueden resultar extraños para quienes no somos dueños de industrias o no tenemos formación en economía.En un esfuerzo por entender de que se tratan estas medidas, que quizá nos resultan difíciles de defender y que nos auguran precios más altos de algunos productos importados; he leído un poco más en que consisten y porqué un gobierno tomaría estas decisiones que solo pueden afectar su popularidad y que incluso podrían complicar el escenario internacional.

Resulta que las salvaguardias son medidas que los países pueden adoptar para proteger su industria nacional de los productos externos que por varias razones, entre ellas, la devaluación de su moneda, ingresan al país con precios más bajos afectando la producción interna y por tanto causando quiebra de negocios y en consecuencia desempleo.

Otra de las razones para que un Estado decida tomar estas medidas es para evitar que una buena parte del capital del país salga a través de las importaciones en lugar de consumir lo interno y así dinamizar la economía en momentos de dificultades económicas.

La crisis económica mundial ha afectado a los países europeos, a Estados Unidos y varios de América Latina, desde hace un par de años, y hasta el momento en el Ecuador habíamos salido ilesos. Pero el crecimiento más pausado de las economías de India y China y otros factores externos provocaron una importante caída del precio del petróleo, del cual aún somos dependientes a nivel externo pese a  esfuerzos de este Gobierno por lograr el cambio de la matriz productiva.

La realidad es que en el Ecuador hemos vivido los últimos años eso que llamaba mi abuelita: la época de vacas gordas. Los altos precios del petróleo permitieron que en estos años el Estado asuma el rol que fue siempre su responsabilidad: precautelar, velar y proveer servicios para que se cumplan nuestros derechos y no lo que otros gobiernos hicieron, que fue cuidar las finanzas de sus socios banqueros.

Escuelas públicas con computadores e internet, médicos que visitan a personas con discapacidad en sus hogares y los atienden sin cobrar un dólar, carreteras de cemento que en la noche se parecen a un videojuego, la hija de la costurera del barrio que estudia en Bostón con una beca; esto ha sido fruto de estos años de abundancia económica pero sobre todo, de la conciencia de que esto es lo que un Estado debe proveer a sus ciudadanos.

Llegaron entonces las épocas de vacas flacas, esas que cuando tocaban en nuestras casas implicaban que las vacaciones este año no serían a la playa sino a la casa de los primos en Ambato, esos momentos de ajuste en los que nuestros padres decidían que usarías la misma mochila que el año pasado porque aún esta buena, o que cambiar de televisión o de equipo de sonido debía esperar porque había que hacerle ortodoncia al más pequeño de la casa que ya tenía los dientes chuecos; esta es más o menos la situación donde está el Ecuador ahora.

Entonces pensando porque el gobierno plantea una medida impopular a los ojos comunes, creo y les invito a ustedes a pensar que no es otra cosa que lo que nuestros padres hacían en casa: si debemos sacrificar algo, que sean los productos que no son imprescindibles; pero mantengamos a los más de 10.000 becados estudiando fuera, no le quitemos la ayuda a cerca de 90.000 personas con discapacidad y sus familias, no dejemos de construir escuelas y hospitales en donde más se necesita.

Es momento de priorizar el gasto, no como se hacía en los viejos gobiernos que implicaba proteger ciertos bolsillos a costa de afectar los servicios a los más pobres. Es momento de hacerlo buscando la mejor salida, una que proteja a los ecuatorianos de la pérdida masiva de empleos y que evite que el dinero salga en lugar de quedarse dentro del país produciendo riqueza. Pero además, unas medidas que ayuden a dar pasos en serio y firmes para fortalecer la producción interna y que ese sueño de dejar de depender del petróleo por fin empiece a caminar.

En este intento por clarificar si es a esto que apuntaron estas medidas, he leído sobre los productos gravados con el 45%y me llamó la atención que pocas voces del gobierno destaquen que algunos de esos productos (la mayoría) son aquellos que nuestro país produce desde uno de los sectores que más apoyo necesita, que es la agricultura y ganadería: quesos, yogur, mantequilla, chuletas, tocino, vísceras, orquídeas, pepinillos, frijoles, espinacas, naranjas, sandías, mandarinas, aguacates, entre muchos otros, que para ser francos no debimos esperar estar en tiempos de austeridad para gravarlos y así proteger la producción nacional a la que tanta falta le hace crecer. Un aguacate de Guayllabamba, los quesos en Salinas de Guaranda o las naranjas de la Concordia deben ser protegidas de la naranja de la Florida o del queso francés que llega a nuestro país.

Por otro lado, la libertad está en decidir y cambiar los patrones de consumo; así  yo que soy medio pelucona (medio, porque si fuera completa esto no sería un problema, pues viajaría tres veces al año a Miami), decido este año no comprarme el perfume de Dior que quería y empiezo a consumir mermelada Warmi o alguno de esos productos que venden en cada feria orgánica que son mejores y  apoyo para que este país pueda salir de este momento difícil, no raspando las ollas ni sacrificando lo valioso, sino por el contrario fomentando que aquello que producimos tenga cabida en nuestras mesas y olfato exigente.

El tema, amigos, es que así como los padres hacen en cada hogar, el Estado debe priorizar en que gastar y nosotros los ciudadanos debemos velar porque en esos ajustes no se pierda ni sacrifique lo que hemos alcanzado, aun cuando eso implique que no podamos darnos tantos lujos por unos meses.

Entonces, frente a la situación económica actual se puede entender las salvaguardias aplicadas, pero sin duda debe ser también una preocupación y ocupación del gobierno hacer todos los esfuerzos por ayudar al sector privado para que rápidamente pueda solventar la producción con calidad de algunos de los artículos gravados, y si esto se logra, estas salvaguardias habrán sido el motor que impulse un cambio mas profundo en nuestro país. Esto, sumado a la inversión que se ha hecho en las hidroeléctricas, el fomento al turismo y la inversión en becas para tener profesionales ecuatorianos de altísimo nivel para el desarrollo productivo del país, serán las herramientas que nos ayuden a salir airosos de esta batalla.

El Ecuador hoy tiene la oportunidad de demostrar que de estos momentos difíciles se sale con fuerza, con una industria ecuatoriana fortalecida y capaz de enfrentar los grandes retos. Todos quienes nacimos y vivimos en este país, debemos salir adelante de estos problemas con trabajo, esfuerzo y una unidad que no es partidaria del gobierno ni opositora, que simplemente es ecuatoriana; por ahora nos podemos ajustar el cinturón y convencer a nuestros amigos que cambiar la posibilidad de comprar perfumes o quesos importados más baratos, en lugar de la beca en Harvard de nuestra vecina, no es una sabia elección.



Fuente: El Telégrafo

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1 comentarios:

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Anónimo
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17 de marzo de 2015, 19:39 delete

Me gusto mucho su articulo, pero por que siempre señalar lo que otros hicieron mal y por que seguir usando la palabra pelucona que me parece despectiva

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