FANESCA EN AGOSTO


Si bien es un plato que se sirve una vez al año, no falta quien prefiere reservar la fanesca en la congeladora para degustarla en otra época. No estoy en contra de esta práctica pero aquel que lo hace, antes de probara, debe expulsar definitivamente de su cabeza la idea de que va a ingerir comida “guardada” para evitar el temor de que probablemente le haga daño. Este es el caso del plato de fanesca que ha estado comiendo el movimiento indígena y que tras las protestas de este 3 de agosto lo ha sumido en una ‘indigestión sin salida’.

Presionado por una carrera contra el tiempo (se acerca el punto de no retorno, previo a un año electoral), por pactos con las organizaciones sindicales y para no quedarse al margen de la permanente oleada de manifestaciones protagonizadas en los últimos meses por otros sectores de oposición al Gobierno, la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) decidió emprender su propia movilización en un momento inoportuno, en medio de notorias divisiones internas y a contrarreloj sin el espacio necesario para convocar eficazmente a sus bases.

En ese contexto, la analogía nos conduce a una organización indígena que ha estado ingiriendo fanesca de ayer sin beneficio de inventario. La primera mezcla a la que se expuso se produjo durante la convención de trabajadores del 18 de octubre de 2014 en Guayaquil. A ese encuentro fueron invitados Jorge Herrera, presidente de la CONAIE y Carlos Pérez presidente de la Ecuarunari (Confederación de los pueblos kichwa del Ecuador), con el objetivo de consolidar un acuerdo entre las centrales sindicales y las organizaciones indígenas para apoyar mutuamente cualquier iniciativa de manifestación liderada por alguna de las dos facciones. Pueden parecer afines, pero estos dos grupos no han sido históricamente consecuentes a la hora de “mojarse el poncho” por el otro. Muestras recientes de ello fueron las manifestaciones de obreros del 19 de marzo y 1 de mayo en las que no hubo presencia de base indígena y únicamente acudieron los mismos dirigentes protagonistas del pacto.

Los trabajadores actuaron de la misma forma frente a la caminata indígena que comenzó el 3 de agosto de 2015 en Zamora y que recorrió 800 kilómetros hasta llegar a Quito el miércoles 12 del mismo mes. Más allá de los discursos líricos, el respaldo de los trabajadores a la caminata solo se reflejó nueve días después de que esta comenzó y sus dirigentes aparecieron solamente para recibir a los marchantes cuando ya prácticamente estaban llegando a la capital. Está claro que ambos grupos tienen agendas, intereses y proyecciones distintas, pero también que tienen muy poca predisposición para ayudarse mutuamente.

El segundo ingrediente de la fanesca guardada apareció en marzo de este año y, pese a las malas caras de ciertos dirigentes, terminó metiéndose en la olla: desde la protesta de los trabajadores que ocurrió en ese mes, la figura derechista del banquero-candidato Guillermo Lasso no ha dejado de sobrevolar rampante la débil entente obrero-indígena. El efecto de esa mezcla ha provocado que el potaje “se corte” y sus efectos han sido el evidente divorcio entre la Conaie y Pachacutik, el desgaste anticipado de las movilizaciones sociales cuando el banquero ha pretendido colarse en ellas, y el descrédito de algunos cuadros que se han acercado a Lasso como Salvador Quishpe, Lourdes Tibán y Fanny Campos.

Sin embargo, y pese a lo intoxicante que puede resultar esa mixtura, una fracción de la cúpula del movimiento indígena parece tener el estómago de acero. Tanto es así que, justamente, el cuestionado Salvador Quishpe fue quien impulsó la caminata alrededor de la cual la Conaie cerró filas para dar paso posteriormente al levantamiento y paro decretados por la organización.

Pero la ingesta de estas mezclas incomprensibles por parte de la Conaie no se queda allí. La tercera y nefasta añadidura de ingredientes corrosivos se produjo este 13 de agosto, cuando a la movilización indígena se incorporaron actores políticos de segunda línea, cuyas agendas apuntan exclusivamente a la búsqueda de protagonismo público a costa de la coyuntura cualquiera que esta sea. Esos son los casos de Andrés Páez (cuadro de Guillermo Lasso), Fernando Balda y Víctor Hugo Erazo (cuadros de Lucio Gutiérrez), quienes han paseado su politiquera imagen en cuanta marcha se ha organizado. Más dramático aún es el caso de Álvaro Noboa quien, incluso superando su discernimiento básico, vio la oportunidad de aprovecharse de la protesta indígena, dejando atrás un ostracismo de dos años.

Faltaba únicamente el ingrediente abrasivo para convertir a este plato en la experiencia más resistente a cualquier antiácido: el Movimiento Popular Democrático (MPD) con sus viejas, deplorables y violentas prácticas y estrategias no solo invisibilizaron sino que devastaron eso que comenzó como marcha, paro y levantamiento de los pueblos y comunidades ancestrales.

Al parecer, la movilización indígena que comenzó 11 días atrás resultó ser tan débil que las facciones que debían sumarse a ella decidieron ir por el Plan B que consistió en arrebatar el liderazgo de una protesta que ya estaba lanzada. A las 17:00 de la jornada del jueves 13 de agosto, el componente indígena de la movilización no lo fue más y trocó en una enfebrecida escalada de violencia callejera desatada por toda una línea de elementos encapuchados, notoriamente expertos en crear esos escenarios, que superaron peligrosamente el concepto de protesta y se acercaron al de criminalidad dura y pura: el lanzamiento de voladores encendidos –es menester recordar que estos objetos aparentemente lúdicos están cargados con pólvora– directamente al cuerpo de policías no puede ser más decidor al respecto.

Todo eso ha tenido que comerse el movimiento indígena en poco menos de un año. ¿Qué va a ocurrir con su estructura intestinal? No lo sabemos. Sin embargo, una cosa es clara: su deterioro se muestra cada vez más grave y quizá ya es muy tarde para superarlo solamente con bicarbonato sódico. Probablemente es tiempo de administrar un purgante.    

Por Tomás Ojeda
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2 comentarios

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Unknown
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14 de agosto de 2015, 16:57 delete

No puede haber unidad en un grupo con pensamientos tan disímiles, donde todos intentan pescar a río revuelto, donde los que tienen el poder del dinero quieren utilizar al verdadero pueblo, la gente humilde exponiéndola en las calles. La avaricia por el poder les hace perder el entendimiento y cometer torpezas y por torpes jamás podrán estar por encima de quien sí razona y ha demostrado administrar el país como ningún otro presidente lo haya hecho, prueba de ello son los muchos reconocimientos internacionales que ha recibido Rafael Correa Delgado. Dios lo bendiga por siempre.

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