Pasión por la Patria


Estimados, el grupo que maneja éste blog me ha pedido mi colaboración contándoles mi historia en estos años formando parte de la “revolución”, quiero empezar aclarando que ésta entrega no será tan neutral (más bien nada neutral) como aquellas que están acostumbrados y no les guardaré ningún rencor si no desean continuar y cierran la página (solamente vuelvan la próxima semana para que no me quede con el sentimiento de culpa de haberle costado lectores a un par de amigos).

No puedo ser neutral ante algo en lo que he invertido varios años, tengo 34 años y mi vida “adulta” la he pasado trabajando para el país. Formo parte de esa generación a la cual le caló hondo eso de que Ecuador es un país al que siempre se quiere volver y a diferencia de mi madre nunca consideré siquiera la posibilidad de hacer mi vida fuera de esta geografía caótica, vulnerable, peligrosa pero tremendamente rica.

No voté aquel 26 de noviembre de 2006, estaba fuera del país me había ganado una beca y mientras trataba de sortear los fríos inviernos europeos y aprendía a caminar sin romperme la crisma en el hielo, en mi país un joven con escaso pasado político ganaba al “eterno candidato” con una promesa simple “La Patria Vuelve”. Rafael Correa llegó al poder fruto de una década de gran conmoción política y de crisis económica que nos había dejado a todos nerviosos, incrédulos y profundamente molestos.

Volví al Ecuador cuando se celebraba el 2ndo año de ese experimento de la Revolución Ciudadana y decidí vincularme (llámenme romántica o hasta incluso ingenua) con lo que para mí era la única forma de trabajar por sacar este país adelante, este país donde algún día espero tener mis hijos, donde pienso envejecer y morirme leyendo y de preferencia frente al mar en algún lugar de nuestro perfil costanero.

Mi primer trabajo como parte de la “burocracia” fue todo un reto, un grupo de jóvenes con el cerebro lleno de buenas ideas pero con poca noción de la vida real y los retos de la siempre desgastante función pública.  Nuestro compromiso resultaba inquebrantable y nunca importó las largas horas tratando de complacer a nuestro jefe pues considerábamos que estábamos haciendo un cambio en el país y quiero creer que así lo hicimos. El lidiar con unos pocos desubicados por el poder a cambio de hacer lo que quería por una causa en la que creía nunca me pareció un sacrificio demasiado grande.

La primera vez que vi a Correa a mi regreso a este país fue en un cambio de guardia en el Palacio de Carondelet, su energía resultaba palpable incluso a través de la distancia y canté emocionada eso de “Más que el sol contemplamos lucir” creyéndome por primera vez que realmente había una Patria a la cual valía la pena cantarle “Salve”.

Con el transcurso de los años, mentiría si les dijera que no hubo momentos en los que mi voluntad se vio puesta a prueba, hubo varias ocasiones en las que no estuve dispuesta a lidiar con los egos de los más poderosos y otras tantas en las que no estuve de acuerdo con las decisiones tomadas a nivel de gobierno, pero siempre recordé que fue lo que me atrajo de ese primer gobierno de la Revolución Ciudadana es decir, la posibilidad de recuperar un país en el cual no había vivido nunca y que se hacía cada vez más palpable.

Este proyecto con el pasar de los años se volvió en ciertos puntos víctima de sus éxitos. A principios del 2006 la pobreza se situaba en el 56%, con un sistema educativo secuestrado por mafias y un sistema de salud calamitoso, sin un concepto de público y con una idea de trabajar tan solo para el beneficio personal. Luego de 9 años la pobreza ha descendido 14 puntos, contamos con educación de calidad, con salud pública de verdad y como resultado todo esto se les “abrió” los ojos a algunos ante otro tipo de requerimientos; aquel Rafael Correa que conquistó por ser una figura que no se podía comprar y hasta cierto punto intransigente se volvió “autoritario” y “tirano” (resulta divertido con la facilidad que se utilizan estas palabras, cualquier persona que viene de escenarios realmente tiránicos se burla de lo que no sabemos calificar) y para otros sus privilegios que los hacían dueños de este país y que terminaron con este gobierno, les han movido para hacer cualquier cosa para volver.

Es evidente que cualquier proyecto político enfrenta un desgaste propio de los años.  En efecto, Rafael Correa no cuenta con los mismos valores de aprobación con los que inició, sin embargo, aún se mueve alrededor del 60% lo cual resulta inconcebible en nuestra región.

Soy correísta y lo admito, aquel 30 de septiembre (siendo funcionaria pública), sentí cada momento de angustia hasta ver que el Presidente estaba sano y salvo en Palacio y coreé emocionada aquello de “Patria Tierra Sagrada” mucho más convencida que nunca. Ser correísta me ha costado varias amistades (supongo que nunca fueron mías en principio), me han tachado de borrego, de sanduchero, asumen que mi apoyo está exclusivamente atado a mi trabajo y es que es obvio que no todos tienen el mismo nivel de compromiso pero sí creo que todos (o la basta mayoría) trabajamos por un país mejor. Nada de esto me ha detenido, sigo inquebrantable en la conquista de un país mejor donde vivir.

Son 7 años que formo parte de este experimento, estoy convencida de que es algo que vale la pena (no es perfecto, nada lo es) y estoy muy contenta de haber podido formar parte de este cambio y me queda la seguridad de que el país que tengo ahora es infinitamente mejor al que volví 7 años atrás.

En este último tiempo he asistido a las vigilias y a mitad de este año fui a recibir insultos y botellazos en la Shyris por el único pecado de ser correísta, pero a pesar de eso seguiré haciéndolo tantas veces como sea necesario. El hecho de que se cuestione la figura de Rafael Correa es para mí otro logro de este proceso, pues ha significado que hay gente que considera que puede hacer un mejor trabajo.

He respondido ante cada insulto y cada acusación ha responder con más trabajo, con más compromiso por mi Patria y lo bueno es que sé que hay muchos más que hacen lo mismo. Así que la próxima vez que alguien me diga “borrego” no lo tomaré como insulto, responderé con un beeeee…. beeee.

Andrea López
Previous
Next Post »

4 comentarios

Write comentarios
Unknown
AUTHOR
29 de noviembre de 2015, 18:27 delete

Excelentes palabras, te felicito Andrea, esto no se trata si somos o no Correita, aquí todos los Ecuatorianos debemos sumar esfuerzos para que el país siga creciendo lo que se ha logrado con este proyecto revolucionarios es histórico, tenemos ya, todas las herramientas para prepararnos, emprender e invertir y crecer juntos como país, queremos gente productiva que aporte al desarrollo y no al caos que "si no es parte de la solución tampoco sea parte de problemas".

Reply
avatar
29 de noviembre de 2015, 19:27 delete

Qué preciosas expresiones de amor hacia la Patria. Si todos los ecuatorianos pensáramos así, otro sería el cantar.

Reply
avatar
29 de noviembre de 2015, 21:33 delete

excelente, también regrese del exterior y se nota el cambio del país, esperemos sigamos avanzando. un sadulo Joohn Gonzalez

Reply
avatar
Anónimo
AUTHOR
30 de noviembre de 2015, 5:12 delete

Con errores, con desaciertos, corrupción, con falta de proriodad de obras, pero este gobierno ha cambiado el país y seguimos avanzando y es bueno, pq el objetivo es lo que importa. Hermosas tus palabras Andreíta. Felicitaciones. Slds.

Reply
avatar