¡Lo que está en juego es el espacio por los derechos!


El Ecuador es un país que ha tenido que pasar por largos procesos de luchas populares para conseguir la reivindicación de los derechos ciudadanos. 

En el caso de las personas con discapacidad hemos visto cómo, a partir de programas como Manuela Espejo y Joaquín Gallegos Lara y desde la Constitución de 2008, la percepción de nuestra condición pasó de ser benéfica, a formar parte de una política de Estado. Pese a que la voluntad política de actores como Lenín Moreno fue crucial para definir la importancia de estas acciones, han sido luchas constantes y prolongadas que se han materializado positivamente apenas en los últimos diez años con un cambio sustancial en las formas de inclusión de las personas con discapacidad. 

Sin embargo, todavía vemos a periodistas, comunicadores y políticos que hacen referencias públicas a la discapacidad física, como si de eso dependiera la totalidad de las acciones de una persona con discapacidad. Juan Carlos Solines del Movimiento CREO sugirió que el candidato a la presidencia Lenín Moreno debería presentar obligatoriamente un certificado médico para comprobar un estado de salud óptimo que le permita gobernar el país. Una postura que revela el grave problema de asumir que una persona es incapaz de ejercer un trabajo de responsabilidad  por tener algún tipo de discapacidad. Nada más errático.

La periodista Janet Hinostroza demostró en los últimos días cierta superioridad frente a varios sectores de la población, especialmente aquellos más vulnerables.  Ha hecho varias reflexiones sobre las personas de Manabí que fueron víctimas del terremoto del 16 de abril del 2016, se le ha ido la lengua en algunas ocasiones al referirse a los sectores populares y a su capacidad de decisión en temas políticos. Y hace algunos días puso la cereza del pastel al referirse a Lenín Moreno como un “minusválido”.  Aunque días después ante la avalancha de críticas se disculpó públicamente.

Lo que evidenció el comentario de Hinostroza es la lástima que se puede generar en un electorado que se deja llevar por las emociones. Todo lo que pueda interpretarse como agredir a Lenín Moreno puede ser mal interpretado, entonces hay que ser “audaz, sagaz e inteligente” según ella.

Lastimosamente esto demuestra que las luchas sociales no tienen el poder de la irreversibilidad y que en escenarios de fragmentación y tensión política, las viejas conductas de superioridad frente al otro, al vulnerable, al subordinado siguen latentes en un país donde las desigualdades todavía son excesivamente profundas.

Lo que se debate en el juego electoral actual, no es únicamente el espacio de la economía, sino el espacio de los derechos, del respeto hacia el otro, de la diversidad, de la inclusión y de la distribución equitativa de las acciones del Estado. Para ciertos actores públicos la sagacidad y la inteligencia se mide en cómo validar la manipulación del otro por sobre los derechos de todos.
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