Las Cruces sobre el Agua y la Conquista Laboral al 2014


El 15 de noviembre es una fecha histórica en que se conmemora la masacre obrera de 1922. Tradicionalmente ha sido una fecha que las organizaciones sociales han aprovechado para movilizar a sus bases y plasmar en el imaginario colectivo ecuatoriano las demandas que han tenido en cuanto a sus derechos laborales.

Y es que la matanza de obreros en Guayaquil en 1922 marcó varios hitos que hasta hoy no se procesan por completo. Para comenzar, fue el momento en que la organización sindical pudo por primera vez operar de manera orgánica con un proyecto de demandas justas que respondían a necesidades reales de una incipiente clase obrera. Las condiciones laborales de aquel entonces eran precarias y la lógica del “empleo” como tal se refería más a una relación de explotación por parte de los grandes empresarios de la oligarquía guayaquileña a sus peones. Si bien el país ya se estaba integrando de lleno a la era industrial por el boom del cacao, las relaciones sociales seguían mermadas en lógicas feudales del siglo anterior con una estratificación de clase muy marcada. La guerra civil que vivió el Ecuador desde 1895 hasta 1912 fue realmente una pugna de poder entre oligarquías serranas y costeñas, entre conservadores y liberales. Muchas de las transformaciones del “progresismo” de aquel entonces promulgaban en efecto la inclusión, aún muy limitada, de una ciudadanía a la que lentamente se le fue integrando a las estructuras institucionales del asunto público y privado. La Constitución Alfarista estableció la libertad de cultos, derogó la pena de muerte, creó el registro civil, legalizó el divorcio, y proclamó la igualdad de los ciudadanos ante la ley. De igual forma, la Ley de Instrucción Pública puso la educación bajo control del Estado, siendo gratuita y laica.

Es importante recordar que fueron épocas en las que mucho del pensamiento social y político europeo infiltró el pensamiento intelectual ecuatoriano. Fue una época en el que surgieron luchadores sociales, maestros, médicos, periodistas, feministas y activistas de todo corte. Se debatió por primera vez en el Ecuador el sufragio para las mujeres, haciendo que Ecuador sea el primer país latinoamericano que establezca este derecho en 1929. Fueron épocas en las que se impusieron grandes transformaciones en los campos político e ideológico. Se consolidan los derechos de la libertad de opinión, de conciencia y de expresión

Para 1922, la organización sindical ya contaba con un bagaje ideológico de izquierda comunista de lucha proletaria. La Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana, la Confederación Obrera del Guayas, la Asociación Gremial del Astillero y la Federación de Trabajadores del Ferrocarril aglomeraba a trabajadores y artesanos que exigían condiciones justas y un reconocimiento de su aporte a los grandes cambios que vivía el país.

Varios historiadores y autores han escrito sobre la matanza de los obreros. Con graves faltas en cuanto a los datos históricos, ha sido difícil compaginar un hecho tan macabro con el impacto que este tuvo en los avances en cuanto a los derechos laborales. Las cifras exactas son desconocidas sobre cuántos muertos hubo aquel día; la cantidad de muertos se torna en un suceso secundario debido al hecho de que inmediatamente después del asesinato masivo, la prensa y los grupos de poder de la oligarquía hicieron todo lo posible por minimizar lo ocurrido. Se defendió el actuar de las Fuerzas Armadas y sus acciones se justificaron como necesarias a fin de que regresara la calma a una ciudad que se encontraba paralizada por el caos y el saqueo. Las actos de violencia quedaron en absoluta impunidad y hasta el día de hoy no ha habido una disculpa pública por parte del Estado con la familias por las violaciones de lesa humanidad que se llevaron a cabo ese 15 de noviembre. Muchos han dicho que los hechos del 15 de noviembre de 1922 marcaron el punto de quiebre para una sociedad que necesitaba modernizarse a la fuerza. Dos años después, en 1925, se daría paso a la Revolución Juliana que traería consigo la proclama de los derechos laborales y fue el primer momento real en que se que intentó romper con aquella estructura oligárquica-terrateniente.

Al año 2014, el Código Laboral cumple 70 años de vigencia. Muchas transformaciones institucionales se han dado en el transcurso de esos 70 años y han sido años en que la organización sindical ha luchado justamente por obtener el reconocimiento merecido. No obstante, me pregunto ¿cuánto ha cambiado de 1922? Los grandes empresarios de la oligarquía de hoy detestan tener que pagar un salario digno a sus empleados o tener que afiliarnos. Cuánto ha cambiado realmente si seguimos en condiciones cuasi “feudales” en nuestras relaciones laborales. Mucho se ha avanzado ciertamente con el gobierno de Correa, sin embargo era necesaria una Ley que fulmine a la actual. Era necesaria una ley que sea genuinamente revolucionaria para las mujeres; que sea revolucionaria para garantizar todos. Sin embargo, hoy no es posible una nueva ley porque la obstaculización perniciosa lo ha impedido. Y es que en 7 años de la Revolución Ciudadana, esta es la ley que mayor complejidad ha traído consigo puesto que la intransigencia de cierta dirigencia sindical ha impedido avanzar en este sentido. Siempre la miopía ha impedido pensar en el largo aliento, en el momento “post-revolución ciudadana”, cuando ya no esté un gobierno progresista que piense en estas cosas.

Al sindicalismo intransigente le pregunto: ¿para qué tanta obstaculización? El derecho a la protesta es inconsecuente cuando ya no existe una razón para protestar.

Este aniversario, el presidente Rafael Correa convocó a una marcha multitudinaria en Guayaquil, en la que se anunció el contenido de las reformas al Código Laboral. Fue un evento eminentemente político que tuvo como fin arrebatarle a la dirigencia sindical la importancia simbólica de aquel día oscuro, pero también de reivindicar los logros del Gobierno en materia de derechos laborales. Ese día no pasará desapercibido a los anales de la historia puesto que para avanzar en materia de derechos laborales, el sindicalismo, el activismo y el progresismo tuvieron que llegar a las esferas del poder. Hoy, en el lado opuesto de la lucha, los activistas y pensadores que conforman parte del Gobierno intentaron actuar en representación de aquellos obreros del 15 de noviembre, en aquellos empleados de las grandes empresas. Y el sindicalismo retrogrado, que en estos 70 años ha perdido su horizonte, se lo ha impedido.
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