De cuando nos robaron 8.000 millones de dólares

Por Camila Vizcaíno


Fue un lunes 08 de marzo. Ese día, cuando regresé del colegio no encontré a mi mamá en la casa. Ella, como muchos otros miles de personas, había salido por la mañana al banco luego de ver en la tele una cadena nacional que informaba que los bancos no iban a atender y que se imponía un ‘feriado bancario’. Nos habían robado.

Ya en la noche, sentados en la mesa del comedor, mirábamos entontecidos la tele y en ella a un montón de gente llorando, a otros enfurecidos y a cientos amontonados junto a las puertas cerradas de esos bancos de papel. Recuerdo que esa noche merendamos en silencio y nunca me he de olvidar el gesto de angustia de mi mamá y las varias veces que mi papá, con los codos en la mesa, se llevaba las manos a la sienes como intentando exprimir respuestas a lo que seguramente todos los mayores, no solo en mi casa, se preguntaban: “y ahora, ¿qué hacemos?”

Ese día, 1.840 millones de dólares se quedaron congelados en la banca privada por orden del gobierno y posteriormente esa cifra ascendería a 5.000 millones. El presidente Jamil Mahuad había firmado el decreto 685 que disponía a los bancos retener el dinero -de gente común y corriente como mis papás- por un año. La medida confiscatoria afectaba a todos los depósitos mayores a dos millones de sucres y a todos los que superaban los 500 dólares. Sin embargo, no se hizo nada para evitar que esa plata, ya en manos de los banqueros, se fugara del país. Las cifras señalan que en 1998 la fuga neta de capitales fue de 422 millones de dólares y que en 1999 fue de 891 millones de dólares. Los datos más conservadores afirman que, en total, el salvataje a los banqueros ladrones le costó al Estado, o sea a todos los ciudadanos del país, más de 8.000 millones de dólares.

Entonces apenas comenzaba mi adolescencia y, sinceramente, poco me importaban las noticias que salían en la tele o en la radio. Varios años después fue que -por exigencias académicas- logré armar las piezas de este rompecabezas del feriado bancario del 99. La historia, a breves rasgos, fue esta: en 1994 el gobierno de Sixto Durán Ballén, a través de Ana Lucía Armijos que entonces era presidenta de la Junta Monetaria, creó la Ley de Instituciones Financieras que eliminaba el control del Estado sobre los bancos y dejó la puerta abierta para que los banqueros pudieran 'prestarse' el dinero de sus depositantes. ¿Cómo era eso? Pues creaban empresas ficticias a nombre de gente cercana a ellos y les otorgaban créditos desde sus bancos. A eso se llamó 'créditos vinculados'. 

Esta práctica continuó durante algunos años y se agravó cuando la Constitución de 1998 incluyó una disposición que permitía al Banco Central otorgar créditos a los bancos que entraran en proceso de liquidación. A eso se sumó la creación de la Ley AGD aprobada por el Partido Social Cristiano (ahora Madera de Guerrero), la Democracia Popular y el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) que eliminó el capítulo III, título 11, de la Ley de Instituciones Financieras y con ello liberaba a los banqueros de responsabilidad por cualquier crisis en el sector.

La mesa estaba puesta para propiciar una fuga de capitales y un robo tal que los bancos, lógicamente, quebraron. En total, 33 entidades financieras fueron intervenidas y 17 de ellas cerraron.

Entonces no lo sabíamos pero el germen de todo lo que había pasado estaba en la incestuosa relación que se creó entre partidos políticos y banqueros que se habían repartido el país a tajadas, dejándolo en la bancarrota. El número de pobres en el Ecuador aumentó en 1.848.252 personas entre los años 98 y 99, y cientos de personas fallecieron a causa de la crisis ya sea por suicidios, enfermedades coronarias y cáncer.

Otro fue el drama de los migrantes: más de tres millones de ecuatorianos tuvieron que dejarlo todo y se fueron al extranjero en busca de algún retazo de aquella esperanza que aquí dentro nos habían robado. Una de esas migrantes fue Darcy, la hija de doña Rosita quien tenía la tienda del barrio. Sin trabajo y con dos hijos pequeños a cuestas tuvo que dejarlos para irse, como muchos, a buscar trabajo en España. Así, de la noche a la mañana, doña Rosita se convirtió de abuela en mamá postiza y esos dos niños en una suerte de huérfanos biológicos, digamos. Dramas de hijos e hijas sin padres y de familias cercenadas se cuentan por miles en el Ecuador tras el atraco bancario.

Fue justamente doña Rosita quien nos salvó de morirnos de hambre, literalmente, cuando en vista de lo mal que andábamos le abrió una cuenta para el fío en la tienda a mi mamá. Con eso y a punta de arroz, fideos y atún en lata sobrevivimos algunos meses, me acuerdo.

Todo eso pasó exactamente hace 16 años, tiempo suficiente para generar amnesia en muchos que fueron testigos de la tragedia y en circunstancias demasiado lejanas para otros que nacieron posteriormente y que ni siquiera en una clase de historia se les cuenta lo que ocurrió. Ojalá, a todos ellos les sirva de algo este relato de lo que fue, para mí, el robo más infame de todos los tiempos.


Ojalá lo recuerden y lo entiendan pues varios de esos que nos robaron o que fueron sus cómplices directos son precisamente quienes ahora quieren, otra vez, volver al poder y no exactamente para servir, sino para meterse nuevamente al Ecuador en sus carteras.
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3 comentarios

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Anónimo
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9 de marzo de 2015, 7:06 delete

esto deberia contarse en toda institucion educativa en la clase de historia, porque no es un hecho historico menor como para que la gente, aun mas las nuevas generaciones no dejen de saber sobre semejante traicion a la patria, con todos sus nombres y apellidos

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9 de marzo de 2015, 22:38 delete Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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9 de marzo de 2015, 22:43 delete

La memoria del ecuatoriano es muy frágil a conveniencia, hay que recordarles a los jóvenes que no lo saben, que en aquella época estaban en algún puesto del gobierno, muchos de los que hoy están apoyando la robolucion, ya sea como asesor o como diplomatico o embajador. Si antes habia corrupcion , hoy tambien la hay, solo cambio el color del partido politico. Solo cambiaron los métodos de difusión de las mentiras, secuestrar canales y periodicos y no venderlos para tener tarima a diario. Si se va a contar algo, s=que sea la verdad. NO solo lo que le conviene a unos cuantos. https://www.youtube.com/watch?v=P_OgakxFmv4

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