El derecho a la resistencia: potestad de ciertos grupos o derecho ciudadano?


A horas de la nueva marcha convocada por algunos sectores, tradicionalmente de izquierda como el Frente Unitario de Trabajadores y la Confederación de Nacionalidades Indígenas, y otros de dudosa procedencia, no porque no se sepa quienes son sino por lo que dicen representar, como la UNE y aquellos de derecha que jamás estuvieron con los trabajadores y menos con los indígenas, pero que hoy hasta los financian. Quiteños y habitantes de la capital deberán programar como hacer esta tarde sus actividades cotidianas sin arriesgarse a llegar tarde a sus compromisos o quedar en medio de los palos y la efervescencia de los marchantes que decidieron, una vez más, asumir “su derecho a la resistencia”.

La constituyente de Montecristi, proclamo el derecho a la resistencia en su artículo 98, que dice: "Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales, que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos".

Esta novedad de la Constitución del 2008 llamó la atención años atrás y no se puede negar que a más de uno le resultaba interesante pensar como ejercer ese derecho podría llevarse a la práctica. Hoy, 7 años después y decenas de declaraciones escuchadas sobre el derecho de algunos de resistirse y varias marchas con las consecuentes horas en televisión y fotos en los periódicos; el ejercicio de este derecho deja un sabor de boca bastante amargo y hace que uno se pregunte: cuándo los ciudadanos comunes, quienes no pertenecen a ningún partido o grupo social, podrán resistirse a lo que le toca vivir a Quito cada vez que a los mismos de siempre se les ocurre ejercer su derecho a la resistencia y salir a las calles?

Con este cuestionamiento no se está condenando a aquellos inconformes que ven en sus pronunciamientos públicos la única forma de ser escuchados, tampoco se pretende decir que todos deben estar de acuerdo con toda política implementada y acatar en silencio las normas que se les impone. Solo es un llamado a la atención para que como sociedad se regrese a ver a quienes se afecta directamente en cada manifestación, esos niños, adultos mayores, comerciantes y amas de casa comunes y corrientes que hoy deberán modificar su rutina y sus labores y no podrán decir: “me resisto a soportar esto una vez más”.

Que pasaría si esa ama de casa o estudiante llama a Ecuavisa o El Comercio y les dice que se resisten a que caoticen aun más el tráfico de la ciudad entre semana; que se resisten a aceptar que los camiones de basura y los barrenderos tengan que dedicarse dos días a limpiar el desastre que dejan los marchantes en lugar de ir a cientos de barrios que necesitan de ese cuidado; que se resisten a que su abuelito no pueda reunirse con sus amigos en el centro histórico como todos los jueves porque están en marchas; que se resisten a que un solo dólar de sus impuestos sea destinados a pagar los daños y afectaciones que dejan los marchantes…

Seguramente no pasaría nada, sus voces no serían escuchadas. Porque algunos miembros de la sociedad: medios, organizaciones sociales y partidos políticos, nos han metido en una lógica de que si no se grita, si no se cierran las calles, si no se lanzan piedras, la ciudadanía no será escuchada. No se dan cuenta que en ese contexto de polarización todo el mundo se vuelve sordo y toda reivindicación aún cuando fuese válida se vuelve un instrumento político.

En el actual contexto no estar de acuerdo con una marcha, que no es más que una réplica –tanto por los convocantes como por las razones- que la del 17 de septiembre pasado, hace que quien se oponga sea catalogado de gobiernista, o de borrego; es otro el llamado que se espera tenga eco a través de estas palabras.

El pasado septiembre en las marchas de los mismos dirigentes sindicales hubo 84 detenidos, decenas de heridos y miles de dólares invertidos en arreglar las plazas patrimoniales, las calles del centro histórico y los bienes públicos, que son de todos.

Decenas de familias esperaban el retorno de sus hijos que salieron a las calles para protestar por una subida de pasajes que nunca se dio. Palos, piedras y bombas molotov fueron las armas que en medio de la trifulca hirieron incluso a los mismos marchantes que las llevaban consigo. Todas las paredes del centro, ese que se dice es el orgullo de todos los ecuatorianos, fueron grafietadas, ensuciadas y usadas de baños públicos. Esa cara de las marchas, es la realidad que queda cuando todos terminan de gritar a los cuatro vientos que “están en resistencia”, es la que queda para los ciudadanos comunes que con tristeza deben mirar las piedras de la Leyenda de Cantuña (Plaza San Francisco) dispersas en las calles y una plaza centenaria llena de huecos.

Se espera entonces que hoy, 19 M, como ahora se les da por llamar a cada intento de caotizar un país que lo que requiere es trabajar, esté marcado por algún grado de aprendizaje de las marchas anteriores. Que con la misma vehemencia con la que se invita a participar y alzar su voz de protesta en las calles, al día siguiente se invite a todos a una gran minga de limpieza por afectar el patrimonio y limpiar la suciedad dejada en las calles.

Como ciudad, como ciudadanos, debemos empezar a decir en voz alta que nos resistimos a que nuestras plazas, parques y calles sean campos de batalla, en los que nuestros jóvenes pueden ser un nuevo Edisón Cosíos y nuestro patrimonio el arma con la cual decenas de policías serán agredidos por sus propios hermanos. Empecemos entonces a gritar con firmeza, que nos resistimos a la violencia, la agresión y el vandalismo disfrazado de reivindicaciones vacías.


                 Foto: El Ciudadano                       
      Foto: El Ciudadano           

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1 comentarios:

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Anónimo
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21 de abril de 2015, 20:09 delete

Una cosa fue lo que decía la prensa, y otra fue lo que en realidad pasó.
La mayoría de medios anunciaba esta marcha como si hubiese sido una masiva movilización de cientos de miles que protestaron por la democracia, la justicia y la libertad, cuando en realidad fueron simples y típicas marchas de grupos que protestaban como siempre a favor de los intereses por los que siempre han marchado.

Y lo peor es que se está diciendo lo mismo para este 1ro de Mayo.

P.D.: Por favor, hagan blogs más imparciales

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