Tiempo del retorno: Pachakutik


Una década después de la caída del presidente Lucio Gutiérrez, aún es posible ver las secuelas que dejó este convulso hecho de nuestra vida política. El impacto del 20 de abril de 2005 en la sociedad civil ecuatoriana y en los movimientos sociales tradicionales del país fue evidente y aquel triste episodio de nuestra historia ha marcado, sin duda, la realidad actual de varias organizaciones (incipientes o establecidas) en general.

El análisis conduce necesariamente a reconocer que la víctima mayor de toda la debacle del Gutierrato fue el movimiento indígena, un actor que -por cierto- no participó de las grandes movilizaciones del Abril Forajido pues, como si se tratara de una enfermedad catastrófica, su cercanía inicial con el coronel y su posterior alejamiento de ese régimen le causó atrofia orgánica y postración política. Tal fue el costo de sus andanzas con Lucio Gutiérrez y Sociedad Patriótica diez años atrás, que la CONAIE, indudablemente la organización indígena más importante del país, y su brazo político Pachakutik, nunca lograron recuperar la relevancia que alguna vez tuvieron.

Sin embargo, lo más grave para el movimiento indígena es que este escenario de crisis en el que llevan ya 10 años está aún muy lejos de terminar y la tendencia a que empeore es inequívoca: a poco de cumplir 20 años de existencia organizativa, los dirigentes de Pachacutik son anfitriones de una reunión con Sociedad Patriótica (la misma que los dejó postrados hace 10 años), con CREO (el movimiento del banquero Guillermo Lasso) y con activistas políticos de todo corte a fin de discutir las posibles vías para un acuerdo programático de oposición a las enmiendas constitucionales que se tramitan en la Asamblea Nacional.

Para comprender el estado actual del movimiento indígena ecuatoriano es importante remontarse a la época de su mayor auge, su ruptura con el gobierno de Gutiérrez y la posterior crisis interna.

Pachakutik cumplía 8 años de existencia como brazo político de la CONAIE cuando, en una alianza electoral, participó en la campaña de Lucio Gutiérrez. Con el coronel ya en el poder, algunas de las figuras más prominentes de la organización ocuparon cargos importantes en el gabinete, pero diferencias ideológicas cada vez más profundas acabaron con esa alianza a fines del primer año de gobierno. Era claro que Gutiérrez había utilizado al movimiento indígena para demostrar ante el imaginario público un supuesto respaldo popular desde las organizaciones sociales que nunca existió.

El fraccionamiento vino en el 2003 con la advertencia del bloque legislativo de Pachakutik al coronel Gutiérrez de que si subía el precio del gas doméstico, el movimiento abandonaría el régimen. A eso se sumó la decisión de no apoyar la aprobación de la Ley de Servicio Civil y Carrera Administrativa que Sociedad Patriótica impulsaba en el Congreso. Los ministros de Relaciones Exteriores, de Agricultura y de Turismo, carteras entregadas a Pachacutik en el marco de la alianza, tuvieron que dejar sus cargos y la dirigencia anunciaba movilizaciones de protesta. Las decisiones de Gutiérrez eran cada vez más erráticas y marginó a los indígenas de la toma de decisiones para asumir, casi de inmediato, un posición contraria a las posturas de Pachakutik, de la CONAIE y del acuerdo político. Estando en el gobierno, la organización indígena no estaba en el poder.

Pachacutik se enfrenta entonces al dilema de seguir o no en un gobierno con dos o tres ministerios a su cargo pero desconectado de las decisiones políticas trascendentales. Sus ministros renuncian y sin el movimiento indígena Gutiérrez perdía el único sustento social que lo llevó al poder. Surge entonces un conflicto entre la dirigencia y las bases de Pachacutik: una tendencia indigenista en la ECUARUNARI instaba a la expulsión de los mestizos de la organización.

Algunos dirigentes optaron por aceptar las prebendas del poder a las que consideraban conquistas de lucha, pero otra facción reivindicaba a la movilización y la resistencia como sustentos de la organización y rechazaba los cálculos políticos para obtener cargos. Se empieza a notar que la CONAIE y Pachakutik tienen perspectivas políticas diferentes y esa diferencia se ahonda con el hecho de que Pachakutik participó en la alianza y en las subsiguientes elecciones con figuras ajenas al sector indígena. Primaron los intereses personales, la dirigencia indígena se había burocratizado y, ahora aburguesada, no quería soltar el poder. Hasta hoy, ECUARUNARI, la facción indígena de la sierra central, es la que impone candidatos a Pachakutik para la Asamblea Nacional.

Comienza entonces una suerte de depuración étnica como último recurso para evitar deserciones y traiciones como las que vivieron con la alianza. Ya habían sido expulsados Pablo Iturralde y Fernando Villavicencio por pretender armar facciones secesionistas al interior de movimiento. Quedaba expulsar a los mestizos que querían mayor protagonismo en la dirigencia. Los dirigentes de la sierra insistían que, como brazo político de la CONAIE, Pachakutik debía recuperar los elementos originales de su lucha histórica. Los mestizos fueron marginados y no tuvieron cabida en la dirección ejecutiva del movimiento. La consigna era rechazar cualquier acuerdo con otros sectores políticos. La organización indígena iría sola a las elecciones locales y nacionales.

Las movilizaciones contra el TLC y contra el contrato de explotación con la petrolera transnacional OXY se presentaron como oportunidades para reactivar a las bases tradicionales, pero un nuevo ciclo de elecciones se advenía para poner a prueba el nuevo contexto del movimiento y su estrategia de repliegue. La posibilidad de acordar un apoyo a la candidatura de Rafael Correa con Alianza País se frustró y Pachacutik lanzó como su candidato a Luis Macas. Los resultados de esa contienda fueron devastadores para la organización y dieron paso a una nueva fase de crisis que hasta el día de hoy Pachacutik no logra superar. El posterior reconocimiento del Estado Plurinacional en la Asamblea Constituyente de Montecristi, el de los derechos de la naturaleza y la    expulsión de la base norteamericana de Manta, entre otros, dejaron al movimiento huérfano de argumentos de oposición.

No obstante las claras diferencias de forma y fondo con el gobierno de Rafael Correa, se podía estimar que existiera alguna coincidencia con las organizaciones indígenas pero la realidad es muchas veces irónica y lo que no cabía en la mente de nadie se está cumpliendo: que los dirigentes de Pachacutik encuentren más elementos en común con la derecha recalcitrante, que con el modelo del actual proceso de Revolución Ciudadana. Por eso sorprende y ofende la reunión de hace pocos días entre la cúpula de Pachakutik con el banquero Guillermo Lasso y con Sociedad Patriótica de los hermanos Gilmar y Lucio Gutiérrez. Este desafortunado encuentro no tuvo otro fin que declarar un colectivo rechazo a las enmiendas a la Constitución que se tramitan en la Asamblea Nacional. Lejos de establecer acuerdos programáticos, fue acto simbólico que únicamente afectó más a la ya deslegitimada imagen de la organización indígena.

Es indudable el erróneo cálculo político de la dirigencia al reunirse con actores que fueron directa o indirectamente responsables de su infortunio. Para el ciudadano común es inexplicable que personas de posición ideológica adversa negocien la posibilidad de una “unidad” cualquiera y a cualquier costo. Al parecer, la dirigencia de Pachakutik considera irrelevante la razón de ser del movimiento y los argumentos que sustentan su lucha y resistencia, y que son el eje movilizador de las bases. No parece importarle la permanente lucha por despertar en la consciencia colectiva ciudadana una preocupación por lo étnico, por el sentido de identidad cultural y derechos colectivos. Al parecer trocó esa plataforma de lucha a cambio de lo inmediato: acercarse a un banquero asociado con los hechos más nefastos de la historia reciente, a un coronel “dictócrata” defenestrado, y a cuestionados activistas que han lucrado de cada episodio de inestabilidad nacional.

¿A qué atribuir esos errores? Quizá a la falta de dirección política e ideológica; a la falta de una vinculación orgánica con la coyuntura política nacional; o a la vanidosa necesidad de elevar el perfil público de algunos dirigentes. Sea como fuere, la conclusión es que se están sacrificando los valores intrínsecos del movimiento y con ello un memorable pasado de acción colectiva que ha marcado la historia ecuatoriana reciente en pos de la soberanía nacional, el reconocimiento de la interculturalidad y de una lucha enconada contra el neoliberalismo.


Este desliz no puede pasar desapercibido y no se trata de un error aislado, sino un desatino más dentro de una larga fila de malos cálculos, tropiezos y traiciones que no tienen explicación y, mucho menos, justificación. Una alianza con la derecha, la misma que tanto daño hizo a la organización, no solo sería perjudicial para la organización sino para todo el país que habrá perdido el único espacio de construcción de la plurinacionalidad, desde un enfoque de la lucha de clase. Será pues, un retroceso a los tiempos en que los indígenas estaban atrapados en condiciones de subordinación a los poderes fácticos de la oligarquía terrateniente, ni más, ni menos.

Por Mateo Izquierdo
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2 comentarios

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Anónimo
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27 de abril de 2015, 7:07 delete

A pesar de lo cronológicamente explicado, la razón asumible por la cual "todos"? Los lados opositores se juntan , se debe a que el gobierno ,hace sordos los reclamos de la gente y ese mismo gobierno ha pasado a usar las mismas tácticas mañosas politiqueras (publicidad ,, sanduches, contramarchas pagadas,(en buses) al más puro estilo guitierrista).. en buscar otra vía para "cambiar"...hacia donde .. no se sabe... pero como iniciativa ..es mejor que ahora vivir en Ecuador bajo el regimen de hacienda que maneja el presidente y sus secuaces...
El juego de la política se apuesta al mejor postor .... los unos y los otros ..quieren su espacio de poder mientras el pueblo...se come cada vez más la camisa....las cosas por las nubes....

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Unknown
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27 de abril de 2015, 10:01 delete

Por desgracia, cuando ciertos personajes les toca dirigir alguna organización, se olvidan de la ética, los principios y valores necesarios para trabajar por un bien común y terminan defendiendo sus intereses o ambiciones personales y la de sus amigos.

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