¿El fin de las sabatinas?


Corrían los años 30 del siglo pasado. La Bolsa de Nueva York quebró y los Estados Unidos se desplomaron como un castillo de naipes. Se había desatado una de las peores crisis de la historia norteamericana: economía devastada, tejido social en franca descomposición, desempleo y pobreza en niveles nunca antes vistos y la autoestima colectiva por los suelos. Aquel fenómeno, que ocurrió en 1929 y que lo conoció como la Gran Depresión, dejó a la colectividad estadounidense pesimista sobre el futuro y en un profundo desánimo social.

El presidente de entonces, Franklin D. Roosevelt, plantó cara a la situación y emprendió un plan al que bautizó como el “New Deal” que consistía en profundas reformas para reordenar la nación y levantar el espíritu de un país asolado. Aquel paquete debía aprobar el Congreso pero la tarea se complicaba debido al clima social de incertidumbre en el que la gente desconfiaba casi absolutamente de sus instituciones. Frente a ello, Roosevelt no lo pensó dos veces y acudió al recurso de la comunicación directa con la ciudadanía para recuperar la confianza colectiva. Fue entonces que su gobierno lanzó al aire el programa radial Conversaciones junto a la Chimenea (Fireside chats), en el que el “informador” era el propio presidente.

Aquel espacio sirvió a Roosevelt para explicar a los ciudadanos, de primera mano, qué hacía su gobierno en temas como la crisis de los bancos, el programa del New Deal, la recuperación de la administración pública, la reorganización de la justicia y, años después, para que el norteamericano común conociera de la voz de su presidente cómo evolucionaba la Segunda Guerra y la participación de los Estados Unidos en ella. Los índices de audiencia que lograba aquel programa fácilmente superaban los 60 millones de radioescuchas y el objetivo, tal como textualmente lo expuso Roosevelt en su primera emisión, era explicar de forma sencilla "qué se ha hecho en los últimos días, por qué se lo ha hecho y cuáles van a ser los siguientes pasos".

Este pequeño ejemplo grafica cuán importante es la comunicación tanto para quien administra el Estado como para el ciudadano que necesita saber qué es lo que ese administrador está haciendo. Tan importante que, así como Roosevelt, otros presidentes estadounidenses como Ronald Reagan, Bill Clinton e, incluso, George W. Bush, tuvieron su propio espacio radial durante sus años de gobierno. Igual pasó con el expresidente de Chile, Eduardo Frei, y el expresidente de México, Vicente Fox, quien cada mediodía de sábado era el protagonista del programa "Fox Contigo".

Esta práctica que, como vemos, tiene 83 años de vigencia en América y que fue inaugurada por el “país de la libertad” es justamente la que ahora se quiere echar abajo utilizando como ariete a las redes sociales y blandiendo como excusa un argumento que es, por decir lo menos, irracional: la supervivencia económica del Ecuador se resuelve con la eliminación del Enlace Ciudadano.

Pienso que no es pertinente hablar del principio constitucional que exige a las autoridades rendir cuentas a sus mandantes (argumento que, por cierto, también ha sido desgastado hasta el cansancio por los simpatizantes del Gobierno) pero creo que sí es pertinente detenernos a pensar que estamos ante un tema de derechos y libertades: el derecho que tengo a estar informado y la libertad que tengo de escoger la fuente de la que quiero informarme.

Mientras más voces informativas hayan, mejor: los medios privados tienen sus espacios informativos diarios y en ellos exponen su versión de la verdad. Es justo, entonces, que también el Estado, como indudable interlocutor válido en la sociedad, también tenga los suyos y que sea el ciudadano quien se beneficie de esa diversidad de fuentes para construir un juicio crítico. Por eso me parece un insulto a la inteligencia y a la dignidad que quienes han desgañitado todos estos años por una supuesta falta de libertades en el Ecuador, y que prácticamente han secuestrado el valor de la libertad para sí, sean justamente los mismos que ahora pretenden impedir que la gente conozca en libertad qué está haciendo su mandatario. Ellos, los que claman por libertad, son quienes ahora pretenden censurar por la fuerza de las redes a una voz como la del Estado para informar y comunicarse con su “audiencia”, es decir la ciudadanía.

Lo que más indigna es que la memoria colectiva de cientos de ecuatorianos se coma ingenuamente el cuento de los ahora “censores de la comunicación”. Parece que ya se nos olvidó la gravedad de no ser informados oportuna, accesible, sistemática y sistematizadamente por quienes manejan el país. Parece que ya nos hemos olvidado que un martes 09 de marzo de 1999 a las 07:30 de la mañana, súbitamente y en una cadena improvisada, un funcionario de segunda categoría como el Superintendente de Bancos de entonces apareció en TV para contar a quienes aún seguían en sus casas (la mayoría ya estaba camino a sus trabajos) algo tan trascendente como que se cerraba el sistema financiero y que comenzaba un atraco que le costó al país 8000 millones de dólares. Esa era la información que recibíamos de lo que hacían: incompleta, tardía y sin responsabilidades.

Parece que esos “adalides de la libertad” han olvidado, o canallescamente callan, aquellas conferencias de prensa que en los años 90 protagonizaba cada jueves el alcalde de Guayaquil, León Febres Cordero, en las que -ahí sí- “trapeaba el piso” con un grupo sumiso de periodistas que luego de haber sido vejados por el jerarca costeño corrían a las ediciones de sus periódicos y canales de TV para hacer un mediocre “corta y pega” de lo que había dicho, sin mover una sola coma y sin un ápice de lectura crítica. Entonces a ninguno de los ahora “guardianes de la libertad” se le ocurrió plantear la idea de que las malintencionadas intervenciones febrescorderistas eran dañinas, porque lo eran, para la estabilidad y la supervivencia nacionales y que, por tanto, había que pedir que dejaran de existir, ¿no?

Es verdad que se impone un ejercicio de crítica con el objetivo de mejorar una práctica que no puede verse únicamente como un espacio de promoción gubernamental sino, y sobre todo, como un avance social que considera, por primera vez, a la ciudadanía como el fin último del proceso de comunicación colectiva y el máximo crítico de la información que se le facilita.

¿Que la estructura y el enfoque en los que se desenvuelve el enlace matinal de los sábados debe renovarse? Sí. Es cierto que el Enlace Ciudadano ha evolucionado desde sus primeras ediciones en 2007 e incorporó muchísimos más elementos para apuntalar de manera más didáctica y determinante tanto el discurso informativo como el político, pero cualquier espacio audiovisual que ha estado al aire durante casi 10 años sufre, evidentemente, un desgate.

¿Que el formato utilizado para el Enlace debe renovarse y es necesario incorporar nuevos recursos comunicacionales para innovar la rendición de cuentas que hace el Presidente? Sí. El potencial pedagógico que, sin duda alguna, posee Rafael Correa no puede desperdiciarse pero es necesario afianzarlo en un espacio de comunicación que contemple nuevos componentes pensados en función de los mandantes que es a quienes interesa y sirve la información difundida.

Pero que se suspendan definitivamente los enlaces de los sábados porque con los recursos que se utilizan para producir ese espacio, la economía ecuatoriana podrá nutrirse para salir de su crisis es simplemente es un juicio idiota que no dejará de serlo aunque se lo repita un millón de veces.

Hoy más que nunca, no hay nada peor que la ignorancia colectiva motivada por un silencio gubernamental. Un gobierno que calla y no informa lo que está haciendo, tarde o temprano colapsa a manos de sus propios ciudadanos. Eso le pasó a Bucarám, le pasó a Mahuad y le pasó a Gutiérrez. Como vemos, tras el pedido de “no más sabatinas” se esconde una intencionalidad que nada tiene de ingenua o inocente. Cortar el canal directo de comunicación entre gobierno y ciudadanos es dejar vía libre a las grandes empresas de comunicación para que nuevamente sean ellas las únicas portadoras de “la verdad” y las únicas jueces que sentencien (como en el pasado) quién se queda y quién se va, mientras la sociedad volvería (como en el pasado) a ser simplemente una “consumidora” de lo que esos medios (y solamente ellos) quieren que lea, mire o escuche.

Por Tomás Ojeda
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9 comentarios

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6 de mayo de 2016, 13:25 delete

Ningún demócrata puede negar el derecho al informe semanal, pero de ahí a montar todo un circo móvil con decenas de miles de dólares tanto en recursos económicos como administrativos si es un disparate, como usted mismo hace sus análisis todos los presidentes han utilizado la tecnología de la época.

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Unknown
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6 de mayo de 2016, 14:28 delete

el autor de la nota, pretende establecer una comparación entre las burdas sabatinas de correa y un informe a la ciudadania protagonizado por F Roosvelt. El autor cree que por ser del mismo color, la mostaza francesa es prácticamente igual , o lo mismo , que la caca.

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Unknown
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6 de mayo de 2016, 19:07 delete

No soy hincha de Correa ni de El Universo...que dificil es ser crítico o analista sin tomar partido.Hasta cuando seremos político por ser humanos y no por ser de un partido politico o seguir a algun caudillo.Personalmente pienso que el Presidente Correa podria delegar todas sus funciopnes y tareas menos LA DE COMUNICARSE personal y politicamente con la nación.Tengo 73 años y conozco las triquiñuelas politiqueras de la opocición que aporta muy poco o nada para la gestion politica nacional.CON LA VIGENCIA VERTIGINOSA DE LAS REDES SOCIALES...LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA ES UNA PIEZA DE MUSEO,,,DEBEMOS BUSCAR OTRO TIPO DE DEMOCRACIA DIRECTA Y PARTICIPATIVA INCLUYENTE.

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Bananaexport
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6 de mayo de 2016, 20:18 delete

Una cosa es el informe llano y diáfano de lo actuado por el presidente por muy intranscendental que parezca y otro es la burla y la promoción política que hace el mandatario. Las sabatinas no son de ninguna manera un diálogo con el pueblo es el monólogo de un misógino que por muy locuaz que sea no deja de ser una pedantería en el contexto comunicacional.

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Peter
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6 de mayo de 2016, 21:07 delete

¿Bananaexport ha escuchado lo que decía Rossevelt? pregunte a los mayores como era la intervención.
Además hoy es otra época, se enfrenta a mas poder, donde todo llega al instante, donde un rumor puede causar grandes problemas, asi como criticamos la actitud de un presidente como el ecuatoriano, también critiquemos a esa oposición que miente, a esos periodistas que no dicen la verdad, hay un abogado en Guayaquil que hasta se desdice, con el tiempo trata de cambiar sus propios conceptos.

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Unknown
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7 de mayo de 2016, 18:28 delete

La información es un derecho de los ciudadanos de a pie y una obligación de los gobernantes (mandantes). Si es necesario colaborar para que se continúen con las sabatinad estanos dispuestos a hacerlo.

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Unknown
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7 de mayo de 2016, 18:28 delete

La información es un derecho de los ciudadanos de a pie y una obligación de los gobernantes (mandantes). Si es necesario colaborar para que se continúen con las sabatinad estanos dispuestos a hacerlo.

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Leo g.
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8 de mayo de 2016, 10:58 delete

La comunicacion es un derecho. Pero la conunicacion tiene dos actores con un mismo nivel...las sabatinas solo comunica lo q les conviene. Mientras qbel pueblo solovescha lo q le obligan...seria bueno una sabatina del pueblo con el mismo presupuesto....

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Leo g.
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8 de mayo de 2016, 10:59 delete

La comunicacion es un derecho. Pero la conunicacion tiene dos actores con un mismo nivel...las sabatinas solo comunica lo q les conviene. Mientras qbel pueblo solovescha lo q le obligan...seria bueno una sabatina del pueblo con el mismo presupuesto....

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